La Campana de Oropesa ha sufrido una regresión en el número de habitantes en los últimos 30 años, a pesar de que España, por ejemplo, aumentó en ocho millones. Se trata de una pérdida del 8,6 por ciento de los habitantes en estas tres décadas, puesto que se ha pasado de los 21.870 a los 19.976, por lo tanto 1.894 menos en este periodo. En cuanto a la Sierra de San Vicente, sí se ha registrado un incremento en este plazo, concretamente ha subido un 31 por ciento con 3.732 más. No obstante, se trata de un dato engañoso porque se localiza sólo en los municipios más cercanos a Talavera.
Sólo Calera y Chozas y Velada impiden que la hemorragia de pérdida de habitantes sea mayor en la Campana de Oropesa. Ambas poblaciones totalizan 1.634 vecinos más tras el transcurso de 30 años, fundamentalmente porque son las localidades más cercanas a Talavera. Sin embargo, las 15 localidades restantes han sufrido una bajada considerable de población, también en los municipios de referencia como Oropesa, Navalcán y Lagartera, con casi 500 menos cada uno. Proporcionalmente, la caída ha resultado más sensible en Valdeverdeja, con una pérdida del 40 por ciento de los empadronados, puesto que se pasó de los 1.056 a los 647, y en Navalmoralejo, donde han desaparecido la mitad, de 145 a 70. Parrillas figura también en la lista negra con un descenso de más de un 30 por ciento de los registrados, de 611 en 1986 a los 375 de ahora.
Llama la atención, por ejemplo, que Las Ventas de San Julián, a 14 kilómetros de Oropesa, haya sido capaz de mantener su número de habitantes a lo largo de estos 30 años.
Navalmoralejo apenas tiene habitantes en edad activa entre los 70 empadronados. Ha perdido la mitad de los vecinos en 30 años y apenas cuenta con servicios. Eso sí, dos bares abastecen al puñado de residentes que resisten al abandono y al centenar más que se incorpora los fines de semana y fiestas de guardar. Sin tiendas, ni bancos, ni consultorio médico. Un autobús de línea para a demanda, lo que supone que se debe avisar el día anterior a Samar para que el vehículo recoja a los viajeros y los lleven a Talavera. También el Ayuntamiento habilita dos veces a la semana un coche municipal de nueve plazas para transportar a los interesados a El Puente del Arzobispo para las compras imprescindibles, como alimentos y ropa.
A las 9,30 horas, los vecinos concurren en la plaza de Navalmoralejo para que una panadería abastezca a los presentes con este alimento básico. El médico que atiende a los vecinos de Torrico y Azután acude dos veces por semana a esta pequeña localidad de La Campana de Oropesa para controlar la salud de esta población donde «prácticamente todos somos jubilados». Lo afirma Manuel Ramón Chico, alcalde durante 36 años hasta esta última legislatura, y quien asegura que «estamos bien abastecidos». Sin mercadillo, particulares acuden periódicamente con fruta. «Para la vida cotidiana, nos conformamos con lo que tenemos», indica el ex regidor, quien afirma orgulloso que la primera piscina municipal de la zona se construyó en Navalmoralejo. Fue hace 30 años y sigue dando servicio. «En verano somos muchos. Está lleno», apunta entonces en una época del año de horas bajas.
La Sierra de San Vicente ha sufrido un fenómeno contrario, pero hay poblaciones, como Nuño Gómez, que han perdido el 25 por ciento de la población en apenas diez años. Los padres renunciaron al principio del curso a disponer de un colegio y, cada día, los menores van a Castillo de Bayuela, a unos seis kilómetros. Población serrana que se convierte también en referente para los trámites bancarios de esta localidad con un 70 por ciento de jubilados. La agricultura sigue siendo el medio de subsistencia en una población sin empresas. El próximo día 7 de marzo, Tierras de Talavera se reunirá con el regidor, Julián González, para evaluar medidas de corrección de este desamparo.
Una panadería lleva todos los días el alimento básico a la única tienda de la localidad, y otro obrador lo reparte también a domicilio. Hay pista de pádel, una pista polideportiva y un albergue municipal que sirve para atraer a visitantes. Una casa rural ofrece la única barra de bar de esta localidad de 150 empadronados, que ha perdido cerca de 50 en los últimos diez años.
Respecto a la Sierra de San Vicente, se produce un hecho similar al de la Campana de Oropesa por la sobrepoblación de San Román de los Montes y Pepino, dos pueblos que se han agrandado por su cercanía con Talavera, principalmente en las vísperas del fin de la burbuja inmobiliaria. Así, la primera localidad ha aumentado en 1.400 sus habitantes, puesto que de los 410 de 1986 ha llegado a los 1.855, mientras que la segunda ha crecido en cerca de 2.200, de los 575 en 1986 a los 2.714. Hay aumentos también, aunque apenas testimoniales, en Sotillo de las Palomas, Cervera de los Montes y Marrupe.
Los políticos de La Jara han alzado recientemente la voz para denunciar el abandono de una zona que se está quedando despoblada, como ya publicó este diario. Se trata de pueblos que van bajando de residentes. El Instituto Nacional de Estadística demuestra que los gritos desesperados de ayuntamientos como el de Aldeanueva de San Bartolomé están justificados. Las 22 localidades jareñas han perdido de media el 22,3 por ciento de los habitantes en 30 años.