El BBVA tiene entre ceja y ceja hacerse con el Banco de Sabadell para ganar músculo financiero y blindarse ante la volatilidad de algunos de los mercados en los que opera. Hay que remontarse a 2020 para lo que sería el primer intento, que no fructificó pese a que las acciones de la entidad catalana tenían prácticamente una cuarta parte del valor que poseen hoy en día. Los acontecimientos se precipitaron esta semana después de que el consejo de administración del Sabadell rechazara otra OPA (Oferta Pública de Adquisición) de carácter amistoso, a lo que el BBVA respondió este jueves con otra, esta de carácter hostil, que instaba a los accionistas a decidir su futuro y a tomar la determinación por sí mismos de una posible absorción. La propuesta contempla un canje de 4,83 acciones de la catalana por una de la firma que preside, Carlos Torres, al mismo tiempo que se admite que la operación conllevaría una reducción del empleo. El movimiento no gustó y el Sabadell denunció al pez grande ante la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), defendiendo que la nueva oferta vulneraba la normativa de opas porque estaba ocultando información a los inversores.
El sector financiero nacional está experimentando un auténtico tsunami con la posibilidad de la creación de una nueva sociedad que se convertiría en un gigante financiero, con más de 980.000 millones de euros en activos, erigiéndose en el tercer banco europeo, pero la operación tampoco agrada a un Gobierno que, por boca del ministro de Economía, Carlos Cuerpo, ha advertido que tendría la última palabra para vetarla. No solo desde dentro del Ejecutivo se muestran contrarios a la absorción, la negativa ha puesto de acuerdo a formaciones tan dispares como ERC o Vox, que consideran que podría acarrear efectos lesivos, ya no solo a nivel de puestos de trabajo, sino en lo que se refiere al respaldo a pymes, donde el Sabadell ha basado su estrategia expansiva y tiene una importante cartera. Quizás el hecho de que la noticia haya coincidido con los últimos días de la campaña electoral catalana también haya podido influir en los posicionamientos políticos y algunos puedan cambiar de parecer a partir del lunes.
La OPA hostil del BBVA sobre el Sabadell tendrá que pasar por varios exámenes de la CNMV, de Competencia e incluso del Banco Central Europeo, que ya ha mostrado su plácet, y su tramitación podría alargarse entre seis y ocho meses. La patronal ha expresado su malestar por el excesivo "intervencionismo" del Gobierno. Lo que es evidente es que una operación de estas características genera incertidumbre en los mercados y aumentaría la concentración en el sector financiero. Es necesaria una profunda reflexión y analizar con rigor si la absorción beneficia o perjudica a ciudadanos y empresas.