Con un calendario electoral agitado, poco margen para una reflexión pausada y un análisis que llega condicionado, en el horizonte más próximo, por unas elecciones catalanas cuya campaña electoral arranca este viernes, las diferentes formaciones se lanzan a poner en valor sus resultados en unos comicios que confirman el auge de los nacionalistas vascos que se han repartido 54 de los 75 diputados en juego. A pesar de la ausencia de sorpresas y del acierto del grueso de las encuestas, los partidos hacen imperar su relato tras una cita que confirma el crecimiento de EH Bildu y la pérdida de pegada de un PNV que ha visto peligrar su supremacía. Mientras, pese a ser el tercero en liza, el PSOE se presenta como uno de los grandes triunfadores de la noche electoral. Si en el resto de territorios cotiza a la baja, caso de Galicia, en comunidades con peso específico del independentismo, su papel de muleta, los favores prestados y recibidos son un arma eficaz.
La permanencia en la Moncloa de Pedro Sánchez se ha convertido en una valiosa moneda de cambio. Más allá del incremento de escaños del PSE, los resultados le sirven al socialismo para sellar el apoyo mutuo y un pacto de no agresión con el PNV y, de paso, ganar peso en el Parlamento vasco. A su vez, el cambio de cromos con un PNV deprimido, con el susto en el cuerpo, garantiza a Sánchez cierta estabilidad en la legislatura en espera de lo que deparen las catalanas. A mayores, y no menos importante, Pedro Sánchez se ahorra el mal trago de negar su apoyo a un EH Bildu que se ha quedado a puertas del 'sorpasso' y cuyo discurso hubiera sido distinto, menos conciliador, de ser la fuerza más votada. Un desenlace muy aseado para el PSOE, que ha instrumentalizado la normalización de aquellos que reducen a ETA a "un grupo armado". Por otra parte, a pesar del incremento de dos escaños, los socialistas vascos no han capitalizado el derrumbe de Podemos y el pírrico logro de Sumar no cauteriza las heridas abiertas a su izquierda.
Pese a que Sánchez se mueve con solvencia en el mercadeo de votos y de apoyos, las elecciones catalanas presentan otras variables como la amnistía. Además, el auge del independentismo que el PSOE promueve y alimenta podría ir en contra de los intereses de su propio candidato, Salvador Illa, que comparece con la vitola de favorito. Enfrente no todo es de color de rosa. El Partido Popular, frente a la estudiada y poco rentable contención exhibida en los comicios vascos, más allá de reprochar al PSOE la legitimación de Bildu, ha de hacer autocrítica y trazar una estrategia que le permita crecer en Cataluña, clave para una futura gobernabilidad del país, y acudir con una dinámica positiva a unas elecciones europeas marcadas en rojo en el calendario por los populares.