A dar un paseo entre lirios morados y azules, a sumergirte entre verdes burbujas de jabón sobre un lienzo de barro, a soplar dientes de león mientras tu huella y tu aroma se funden en el paisaje. Intenta atrapar con la mirada el baile de las libélulas, son escurridizas pero se han posado en el plato para después esconderse en las amapolas. Contar mariposas entre los ecos de siglos de silencios en esta antigua iglesia y admirar las grietas que nos hablan de la belleza de lo raro, lo imperfecto y el valor de los renglones torcidos y quebrados. Flores de la pasión como figuras geométricas en una baldosa. Llega la hora del té en el país de las maravillas. «¿Y qué nos juzguen de locos señor conejo, usted conoce cuerdos felices?». Y me descalzo, para sentir la hierba mojada, perderme en el bosque, chapotear en los charcos y caminar sobre la espuma que arrastra las olas. Me balanceo, como en mi hamaca o como tumbada frente al mar. Conversar con Galeano, Wolf, Cortázar...Las acuarelas de verdes y azules nos inspiran calma, serenidad, nos revelan las horas en una habitación propia, tras el naranjo. No es un mal plan para empezar a disfrutar de la vida cultural en la ciudad. Atrévete a venir a Talavera de la Reina, al Punto de Encuentro y Cultura El Salvador, y disfruta de la exposición de cerámica de la artista Inmaculada Ochoa. Ella ha elegido la cerámica de Talavera, Patrimonio cultural inmaterial de la Humanidad para posar sus pinceles. Un gran acierto. Estas son obras que le dan sentido artístico a nuestra cerámica, porque trascienden lo material y lo técnico dotándolas de alma y poesía. Arte con mayúsculas como la propia autora reivindica. ¿Quién dijo que los platos, teteras y tazas no pueden ser soportes para dibujar bellas artes?. Gracias Inma por este regalo, por sacarnos de casa y abrirnos tu mundo. Atrévete a sentir el latido de un corazón que ama, que vive, que es capaz de transformar la angustia, los miedos y los sueños. Breves itinerarios de felicidad. De eso se trata.