Se alza como un vibrante símbolo toledano, con su impresionante bosque de columnas blancas que danzan en la paleta arquitectónica de la ciudad. Este monumento no solo es un espectáculo visual, sino también un vivo testigo de la rica historia judía en Toledo, tejiendo así una narrativa que lo consagra como un verdadero ícono, lleno de matices y esplendor en la identidad cultural local. Santa María la Blanca se ha convertido en un icono de la ciudad.
Uno de los lugares especiales de la pulsera turística, destacado tesoro de experiencias, desbloqueando siete joyas monumentales en Toledo por solo 12 euros.
Con validez de una semana desde la compra, la pulsera permite explorar cada monumento a su propio ritmo. Además, los menores de 11 años acceden de manera gratuita, siempre en compañía de un adulto. Para la comodidad de los visitantes, se puede adquirir en cualquiera de los siete monumentos, ofreciendo la flexibilidad de explorarlos en el orden de preferencia personal.
Sinagoga Santa María la Blanca. - Foto: Yolanda Lancha Así, esta pulsera no solo se convierte en un acceso privilegiado a la riqueza cultural de Toledo, sino que también se esfuerza por hacer que la exploración de estos lugares sea tan conveniente como fascinante.
Puntos como la mencionada Antigua Sinagoga de Santa María la Blanca, que alberga sensaciones diferentes tales que «cuando entras allí se produce un fenómeno especial, por fuera no parece lo que atesora el interior. Cuando paseas por la calle te encuentras ese ladrillo toledano, una pared inocua, pero una vez que entras es espectacular», señala el ecónomo diocesano de la Diócesis de Toledo, Anastasio Gómez.
La Sinagoga es reconocida como un destacado ejemplo del estilo mudéjar en Toledo, fusionando las técnicas heredadas de los constructores musulmanes. Las características arquitectónicas conservadas, como los pilares octogonales, que algunos asocian con el arte almohade, se asemejan más a las edificaciones bajomedievales de Castilla. La ornamentación compleja en la parte inferior, con discos en las enjutas de los arcos y piñas de los capiteles separadas de la cesta, sugiere una afinidad con el estilo decorativo de la arquitectura nazarí en el reino de Granada y la meriní de Marruecos del siglo XIV.
Unas columnas blancas que se han convertido en un gran reclamo turístico. Millones de fotografías se suceden en su interior diariamente, las redes sociales están copadas de este lugar, un rincón 'instagrameable', además «de un montón de campañas publicitarias parten con esta estampa tan singular». Un momento, un instante, «un icono que no hay en otro sitio. Sinagogas tan bien conservadas desde aquella época no existen».
Cabe destacar que posee una rica y frondosa decoración, con los magníficos capiteles de estuco que coronan los pilares. Estos destacan por su detallada talla, exhibiendo adornos como cintas, volutas y piñas. Estas últimas, con raíces en la tradición oriental vinculada a la unidad del pueblo de Israel, posteriormente adoptada por el cristianismo debido a su simbolismo asociado a la comunión, es especialmente notable.