Preocupación por el aumento de colonias de gatos en el Casco

Á. de la Paz
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La multiplicación «desproporcionada» de ejemplares genera problemas en algunos puntos del barrio monumental. El Ayuntamiento trabaja con «celeridad» en el control de la plaga

Imagen de archivo de una colonia de gatos en la ciudad de Toledo. - Foto: Yolanda Redondo

El Ayuntamiento de Toledo ha detectado un aumento de las colonias felinas en la ciudad, especialmente en el Casco histórico. El concejal de Medio Ambiente, Rubén Lozano, detalla «una situación muy preocupante con los gatos» por el incremento «desproporcionado» en el número de ejemplares observados en determinados puntos del término municipal, una concentración aún mayor en el distrito monumental.

Los efectos medioambientales derivados de la plaga implican un elevado desembolso a cargo del erario público. Los «tratamientos de esterilización y castración» requieren tanto de un importante montante económico como de «actuaciones muy rápidas» para evitar su reproducción.

«Están convirtiéndose en un serio problema para la convivencia, el bienestar, el mantenimiento de parques y zonas urbanas», subraya Lozano. El Ayuntamiento encara con «celeridad» una complicación que ahonda el final del bolseo en algunas calles del Casco. «Tenemos localizados muchos focos», apunta el concejal. «Los gatos que antes se alimentaban con las bolsas de basura que destrozaban y esparcían por la calle» han perdido, con la eliminación parcial del polémico sistema de recogida, su principal forma de sustento. «Al no tener estas bolsas y estar todo dentro de contenedores, los gatos se desplazan a las zonas donde todavía no hemos instalado los contenedores», cuenta Lozano. El deambular de los felinos por la ciudad histórica provoca la congregación de decenas de ejemplares en algunos puntos, además de «peleas entre los propios gatos para obtener el alimento».

Más allá de las felinos, Toledo afronta otras plagas de difícil control con el excesivo número de palomas de la ciudad y las recurrentes plagas de cucarachas en los meses de verano.

Lozano recuerda que la normativa de protección animal vigente «establece medidas y un articulado muy severo», una previsión que tampoco facilita la labor de vigilancia sobre los censos de las especies que se reproducen con más facilidad.

UN VIEJO PROBLEMA. En noviembre de 2019, las protectoras de animales de la ciudad estimaban en un millar o millar y medio el número de gatos en Toledo; se recontaban, además, 95 colonias repartidas por el territorio municipal.

Diferentes asociaciones animalistas han mostrado durante los últimos años su preocupación por la situación de estos animales en la ciudad. El cementerio de Toledo, situado al norte del término municipal, alberga uno de los grupos más numerosos, con un centenar largo de ejemplares.

RIESGOS SANITARIOS. La presencia incontrolada de comunidades de felinos en espacios urbanos puede generar malos olores y facilitar la transmisión de algunas enfermedades infecciosas, como la toxoplasmosis o la tenia, además de propiciar la diseminación de parásitos. Los maullidos y las peleas son otros comportamientos que tampoco facilitan la coexistencia espacial entre esta especie y el ciudadano.

Más allá la amenaza para la salud pública, las colonias felinas conviven con dificultad con determinadas especies de mamíferos y aves, por lo que se considera las gatos como uno de los depredadores invasivos más perjudiciales para la conservación de la biodiversidad.