Al edificio de Tresku se lo llevará la piqueta. Como se llevó la esquina de Muñoz Urra, Autobuses, la Ilta… No es el mejor proyecto de Casado de Pablos, al contrario. Ni siquiera respeta la propuesta original dedicada a viviendas. Otros edificios singulares suyos han desaparecido: la propia Ilta o la piscina de Patrocinio; otros han sido desvirtuados por adecuaciones o rehabilitaciones, como la Casa de la Cultura (hoy Biblioteca José Hierro), el antiguo Instituto Padre Juan de Mariana, la Clínica Marazuela o el bloque esquinero de la calle Alfares con Trinidad. Pero un edificio no es sólo un edificio. Un edificio es capaz de captar su tiempo, crear un entorno, un paisaje a su derredor. Definir una época, un tiempo. Hay quienes sólo ven en un edificio la masa, el solar, las plusvalías resultantes, como quien ve en un guepardo un trofeo, la piel, la carne descuartizada. No ve la belleza, el poderío sobre su entorno, su espacio…, como quien valora un libro por el estado de sus cubiertas. Eso es Talavera. Eso somos los talaveranos.
En Talavera de la Reina nos apresuramos en borrar la memoria de lo que fuimos hace apenas cuatro o cinco décadas, ésa que tanto se echa de menos, como antes derribamos la anterior, y antes de esa la anterior… Como si no quisiéramos saber quiénes fuimos, hacia dónde íbamos. Y dónde nos quedamos. O nos dijeron que nos quedáramos. Arrasamos el Mercado Nacional de Ganado, permitimos el desguace del comercio, con la puntilla de miles de metros cuadrados comerciales en la periferia y en plena crisis económica, operación que se repite de nuevo ahora cuando ya es un modelo superado. Una ciudad de urbanismo de regate corto, plegado antes, ahora y mañana a los intereses de los de siempre (a los hechos me remito), incapaz década tras década de plantear una ciudad, valorar su pasado, proyectar su futuro, recuperar sus frontales tanto al Alberche como al Tajo, hacerse valer para que llegue un tren en condiciones, que traga con una renta per cápita de la mitad que la capital provincial a 80 kilómetros, con cifras de paro y precariedad laboral insoportables…
Y no hablo de inmovilismo. Hablo del urbanismo que demanda con urgencia esta ciudad, levantada a hachazos hace medio siglo. La avenida de Toledo, por ejemplo, pide a gritos desde hace años una actuación de adecuación urbana, después del desacierto (por ser suaves) de la solución subterránea para la estación de autobuses. Un urbanismo desfasado, con obstáculos, varios niveles, debería haber sido sustituido hace tiempo por una plataforma única, diáfana, lo que hubiera potenciado la zona, y no la situación dispersa e impropia actual. Y solucionar de una vez el entronque con la avenida Pío XII, ejemplo de chapuza donde las haya, que ha dejado fuera de juego cientos de metros a ambos lados.
Talavera de los solares magníficos, Talavera de la piqueta irremediable, Talavera la desmemoriada, la que olvida. El edificio de Tresku caerá, ya está decidido. Quizá no importe, porque al final esto es Talavera de la Reina.