Más de 14.000 personas ya han muerto por coronavirus en España (a miércoles 8 de abril). Más de 14.000 personas con nombre, apellidos y familias. Más de 350 en Toledo. Al drama colectivo de la pandemia, con lo que implica el confinamiento y la pérdida de libertad de movimiento de forma temporal, viviendo lo que parece una película, se añade el dolor personal para quienes lo sufren de manera más dura: con la pérdida de un ser querido. El dolor se ve incrementado por llevar días lejos de la persona que quieres, con quien dejas de tener contacto cuando ingresa en el hospital, y por no poder despedirte en un velatorio como suele ser lo común.
Las despedidas de personas que mueren por este virus está siendo aún más dolorosa. Por eso, es fundamental el seguimiento y el respaldo de los profesionales si es necesario. La psicóloga y vicepresidenta del Colegio de Psicología de Castilla-La Mancha, Olga Moraga, recomienda a quienes han perdido un ser querido por coronavirus realizar una ceremonia individual de despedida como desahogo al no poder velarlo. «Hacer una despedida simbólica ayuda en el duelo», asegura, invitando a expresar emociones como fórmula para sentirse acompañado.
«Las familias no pueden estar con ellos en el final , ese distanciamiento previo ya es doloroso, y es importante que se despidan de manera simbólica», insiste, recalcando que esta expresión de emociones puede ser oral, pero también escrita, mediante un dibujo o de cualquier otra forma. Cada persona debe encontrar la suya. «No todos manifestamos las emociones de igual manera», sostiene.
Respecto al entorno, la psicóloga recomienda «mantener la puerta entreabierta» sin obligar a la persona que vive el duelo a expresar sus emociones pero recordando que estás ahí para hablar si te necesita. «Ofrecerse es lo más recomendable», indica.
Moraga explica que todos estamos pasando por cuatro fases ante esta crisis, especialmente quienes sufren un duelo. La primera de negociación, de shock, de estupor. «Son habituales las frases de desconcierto del tipo: esto parece una película», indica.
Después se pasa por una fase de agresividad o rabia, comenta. «Leímos noticias que decían que en un día se interpusieron 50.000 denuncias por no respetar la orden de confinamiento, puede que algunos casos tengan que ver con esta fase de rabia», comenta.
Después aparece la fase de la reorganización. «Ocupar el tiempo es importante, y fijar rutinas para que los hábitos tiren de nosotros. Mantenernos ocupados es mejor que estar preocupados», sostiene. En el caso de los duelos, realizar los trámites propios del fallecimiento, pueden ayudar a los familiares a percatarse de lo que ha pasado y también a tener la cabeza ocupada, comenta.
Sobre la cuarta fase, la de aceptación, reconoce que en los duelos la conciencia «real» llegará una vez que las personas vuelvan a la normalidad tras el confinamiento. «En estos momentos de distancia lo notarán menos».
La psicóloga cuenta que por las consultas que está recibiendo percibe que las fases no se están desarrollando de manera lineal, toda vez que personal que «empiezan a adaptar nuevas rutinas y a organizarse, de pronto regresan a la sensación de estupor, a pensar que esto es una pesadilla».
Moraga insiste en que una muerte suele llevar aparejado un duelo de un año. «El primer año es muy duro y dentro de él, el primer mes», indica, invitando a darse tiempo, para no anclarse en él, y recordar que no podemos exigirnos estar bien al ‘segundo día’.
La soledad. La psicóloga también se refiere a las situaciones de soledad, especialmente para los mayores que no dominan las nuevas tecnologías y para quienes es más complicada la comunicación en el confinamiento. «Las personas que están solas ahora, también lo estaban antes y la sociedad no se ha dado cuenta», por lo que hace una lectura positiva, al considerar que el confinamiento nos ha abierto los ojos sobre esta realidad. «Seguro que reciben más llamadas ahora», indica, recordando que muchas de estas personas tienen algún servicio de teleasistencia que también realiza un seguimiento de su situación.
En general, para abordar, la soledad, incide en organizar el tiempo, ocuparlo, y dedicar tiempo a los hobbies, a aquello que más nos gusta y que podemos hacer sin salir de casa. «Estar ocupados es lo mejor que podemos hacer».