El Museo del Greco celebra el cuarto centenario del fallecimiento de Luis Tristán con una exposición temporal que se centra en la faceta más «autónoma» de quien fuera discípulo del cretense y figura fundamental en la conocida como escuela toledana en el primer tercio del siglo XVII. La muestra Tristán. Entre lo humano y lo divino permanecerá abierta hasta el próximo 10 de noviembre.
Las 18 piezas que integran la exposición proceden de ocho prestadores diferentes, incluidos el Museo del Prado, la Biblioteca Nacional, la catedral y el arzobispado de Toledo o el británico Museo Fitzwilliam de Cambridge. Además de las obras de Tristán, se exhibe un lienzo del Greco, dos del italiano Orazio Borgianni y una escultura de bronce de Cristo crucificado creada por Guglielmo della Porta. La última cena, cedida por el Prado, se quedará en depósito en el museo toledano durante al menos los dos próximos años.
La comisaria de la muestra, Carolina Tobella, ensalza la figura artística de Tristán más allá de su condición de alumno del Greco. «No queremos olvidar su huella, pero sí dar un paso más allá», indica. En la obra del protagonista de la exposición se observa la influencia del naturalismo de Caravaggio, una mirada de la que se impregnó durante sus viajes a Italia y que caracterizó su expresión artística. «Queremos hacer protagonistas a los dos, tanto a Tristán como a Toledo», añade.
Rosa Becerril y Carolina Tobella, directora y comisaria. / - Foto: Yolanda LanchaAquellos «ecos naturalistas que viajan, que van y vienen», relata Tobello, se proyectan en las obras seleccionadas, de temática religiosa buena parte de ellas.
La muestra, además, expone tres obras rehabilitadas, entre otras, San Sebastián. La Adoración de los pastores regresa a Toledo tras ser vendido en la primera mitad del siglo XIX a un coleccionista inglés. Además, los lienzos de San Jerónimo en su estudio y San Miguel Arcángel reposan en conventos, lo que impide el acceso del público a ambos.
Por su parte, la directora del Museo del Greco, Rosa Becerril, se felicita por una «muy documentada» muestra que facilitará la comprensión de un artista que tuvo un «estilo propio» y al que se considera, además, uno de los responsables de la introducción del Barroco en Toledo.
Becerril recuerda que el 7 de diciembre se cumplirán 400 años de la muerte de Tristán, quien pereció con apenas 38 y solo sobrevivió un decenio a la muerte de su maestro. En sus trabajos, se funden lo sagrado y lo profano, una simbiósis que define la exposición presentada en Toledo. Más allá de los materiales escogidos (y llegados desde diferentes colecciones), el Museo del Greco disfruta del mayor fondo del artista. La directora de la sala toledana, asimismo, aplaude el «trabajo» realizado por el «novísimo» plantel que trabaja en el museo adscrito al Ministerio de Cultura.
Además de a Tristán, la exhibición homenajea a los primeros años del Seiscentos, un periodo que consagra a Toledo como referencia del arte pictórico en España. La combinación del naturalismo que llega de Roma, la influencia escurialense y el sedimento manierista cultivado por el Greco, maestro de Tristán y omnipresente en la ciudad imperial, determinan el estilo de las tres primeras décadas de aquel siglo.
INAUGURACIÓN. La muestra Tristán. Entre lo humano y lo divino fue inaugurada por la delegada del Gobierno en Castilla-La Mancha, Milagros Tolón, la consejera portavoz del Ejecutivo regional, Esther Padilla, y la concejal de Cultura del Ayuntamiento de Toledo, Ana Pérez, entre otras personalidades.
Además de la exposición, el Museo del Greco organizará una jornada científica en noviembre sobre la figura de pintor tan heterogéneo pintor.