Nada se sabe de Michal, un joven de 23 años de Villaluenga de la Sagra, desde que el pasado día 3 de julio cogiera su coche del hogar familiar en la urbanización ‘El pinar de la Sagra’. Ni familia ni amigos tienen constancia de su paradero una semana después y están sobresaltados porque nunca había actuado de esta manera. Las horas pasan y la incertidumbre se multiplica ante el intento de dar con su paradero. Su madre interpuso una denuncia ante la Guardia Civil de este mismo municipio el pasado día 4, y los agentes han abierto una investigación para localizar a este vecino.
Sin embargo, ni una pista se conoce de él desde la seis de la mañana del día 3. Entonces, conversó con su padre antes de que este último saliera al trabajo. Su madre se despertó a las nueve de la mañana y no había ni rastro de Michal ni de su vehículo, un Ford Focus ranchera de color gris plata. Así lo cuenta a este diario un amigo de este joven, quien trabajaba para una empresa de bodas y que nunca se había visto involucrado «en problemas con nadie ni en peleas».
Michal W. S., de padres de nacionalidad polaca, aterrizó a los 12 años en Villaluenga de la Sagra, y desde entonces ha hecho su vida en este municipio sagreño de cerca de 4.000 habitantes, que lo busca desesperadamente. «Hay bastante preocupación. Todo el mundo lo conoce», comenta su amigo Fabio después de haber intentado localizarlo en los alrededores de la localidad.
De momento, los agentes de la Guardia Civil consideran la desaparición de Michal como voluntaria porque no hay indicios de que haya sido forzosa, aunque se ha abierto una investigación para aclarar el paradero, según indicaron ayer a este diario desde el Instituto Armado.
Michal es alto y corpulento; no en vano, mide 1,93 metros y pesa 87 kilos. Tiene el pelo castaño y los ojos marrones. Las horas previas a su desaparición estuvo con una chica de un municipio cercano a Villaluenga de la Sagra, a quien dejó en su casa antes de que el desaparecido llegara a la de sus padres en la urbanización de ‘El pinar de la Sagra’. «Está preocupadísima», dice el amigo sobre esta joven, quien fue el penúltimo allegado que vio al desaparecido. Poco después, hacia las seis de la mañana, el joven conversó por última vez con su padre.
tras la desaparición. La familia del vecino de Villaluenga echa en falta entre 200 o 300 euros que tenía ahorrados el joven en casa, aunque puede que utilizara antes esa cantidad económica y que no se la llevara el día de la desaparición.
Desde el día de la desaparición del joven de Villaluenga, el teléfono móvil está apagado y no hay ni rastro del coche que utilizaba habitualmente para los desplazamientos. «Nadie lo ha visto», apunta el amigo de Michal, quien señala que fuera de la localidad no tenía contacto con mucha gente. «Siempre estaba con nosotros en Villaluenga», apunta Fabio, quien subraya que resulta difícil hacer un rastreo porque se llevó el coche.
De este modo, resulta extraño para sus allegados que Michal W. S. cogiera de nuevo el coche Ford Focus ranchera de color gris plata nada más llegar a su casa después de haber estado la noche fuera. De hecho, ni siquiera se acostó, y solamente han encontrado unos pantalones tirados, como señal de que se podía haber cambiado de prenda. Por eso, Fabio pide que se haga un registro de las llamadas que recibió o hizo el joven antes de la desaparición.
De momento, se suman más horas de incertidumbre sobre el paradero, e incluso sus familiares en Polonia han iniciado en este país del Este la búsqueda por una desaparición inesperada.