Hay que ver lo que le debe, allá donde esté, Gonzalo Ruiz de Toledo a El Greco. Pese a ser el primero de ellos un noble reconocido de la ciudad en los siglos XIII y XIV, su fama se catapultó gracias al encargo que 200 años después culminó el pintor cretense con 'El entierro del Señor de Orgaz'. No es que ser alcalde mayor de Toledo en tiempos de Alfonso XI de Castilla fuera poca cosa, pero ser parte protagonista de una de las obras más importantes de un pintor como El Greco hizo que su figura se estudiara con más detalle en los libros de historia, y no sólo en los que tuvieran que ver con Toledo.
El caso es que esta figura entra en escena porque el pasado sábado se cumplieron 700 años de su fallecimiento. Una efeméride que hace vincular su figura con la Iglesia de Santo Tomé inevitablemente. Se debe a que allí se ubica el cuadro de El Greco que emula su entierro y el milagro que esconde el mismo, así como sus restos óseos, tal y como determinaron las excavaciones realizadas en el entorno hace 22 años y que corrobora la historia, a falta de las confirmaciones oficiales que se realizan en los tiempos actuales con el análisis de ADN y que no es posible llevar a cabo con vestigios de siglos pasados.
Sin embargo, toda vinculación entre el Señor de Orgaz y Santo Tomé comienza mucho antes. Se forja en la propia vida de Gonzalo Ruiz de Toledo cuando éste deja por escrito que sus restos permanezcan en esta parroquia toledana tras su muerte. Pese a que dos siglos después de su fallecimiento se encarga el cuadro citado que posteriormente se ha ubicado en Santo Tomé, no fue hasta 2001 cuando el actual obispo de Córdoba y por aquel entonces párroco de esta Iglesia, Demetrio Fernández, encarga excavar el subsuelo en la búsqueda de los restos del Señor de Orgaz.
La tumba se encuentra justo debajo de ‘El entierro del Señor de Orgaz'. - Foto: Parroquia de Santo ToméY es en este proceso arqueológico en el que entra la figura de Miguel Ángel Bonache, restaurador y partícipe en la intervención del año 2001. Él mismo relata a La Tribuna que recibe la llamada para incorporarse al equipo arqueológico porque los huesos encontrados «se desintegran con tocarlos», de modo que sus primeras actuaciones fueron enfocadas a la consolidación y protección de los mismos para su traslado a Madrid al Instituto Anatómico Forense.
Bonache narra que cuando descubren el sarcófago de piedra, la tapa estaba rota en pedazos y en su interior se hallaban multitud de huesos amontonados, lo que les indicó que «aquello era un reducción de huesos, es decir, un osario». Sin embargo, el restaurador destaca que «por suerte», bajo las capas de estos restos «apareció un esqueleto colocado en posición de enterramiento sin profanar». Dos décadas después, la novedad reside en que las primeras informaciones sobre este hallazgo describían la presencia de restos textiles y de joyas junto al esqueleto, mientras que Miguel Ángel Bonache lo desmiente rotundamente, porque «allí sólo estaba yo y no había nada de eso».
Sea como fuere, el hallazgo de los restos óseos que parecen corresponderse con los del Señor de Orgaz sí cumplen con el relato milagroso que narra el cuadro de El Greco. El contexto se interpreta observando los diversos detalles para analizar que ofrece 'El entierro del Señor de Orgaz', especialmente el que muestra a dos santos como San Agustín y San Esteban portando el cadáver de Gonzalo Ruiz de Toledo con sus propias manos. Para el restaurador la posición del esqueleto encaja con el relato histórico, porque «se suele decir que lo que colocan manos santas no lo deben remover manos humanas y pese a ser utilizado el mismo sarcófago como osario, sus restos permanecían en posición de enterramiento».
Lo que sorprende a Miguel Ángel Bonache es que el cuadro que se expone en Santo Tomé actualmente no está en su posición original, pero que el párroco de entonces, el citado Demetrio Fernández, «en su intento de canonizar al personaje» con la búsqueda de sus restos acertó al excavar justo debajo de la posición actual del cuadro. ¿Suerte o corazonada? Quizás parte del milagro. Lo que está claro es que el legado de El Greco hacia el Señor de Orgaz ha dejado cuanto menos una última imagen «muy teatral» para Bonache, la que «parece que muestra como los santos bajan el cuerpo hacia la ubicación a la que se encuentra el sepulcro», justo debajo del cuadro.
Siete siglos después y gracias a El Greco, Santo Tomé sigue protegiendo el legado de Gonzalo Ruiz de Toledo.