Los cuentos del conejo y otros cuentos de la gente albina de Mozambique’ contiene 28 fábulas contadas por la población albina de Mozambique y las personas que los rodean. Ana Cristina Herreros los recogió durante los veranos de 2017 y 2018 en la provincia mozambiqueña de Maputo y en las localidades de Matola y Massaca, en los centros a los que acuden numerosas personas con albinismo, que se encuentran en situación de pobreza extrema.
La autora estuvo ayer en Toledo presentando el libro ante los alumnos de Derecho Internacional de la Facultad de Ciencias Sociales y Jurídicas de la Universidad de Castilla-La Mancha.
La razón por la que eligió a la población con albinismo de Mozambique como protagonista es porque tener la piel blanca como la luna no es fácil en África. Considerados fantasmas, espíritus de los ancestros que viven en el reino de los muertos o hijos de la luna o de las estrellas, la gente con albinismo sufre la exclusión en la máxima extensión de la palabra. Son mutilados para hacer amuletos y sus restos vendidos a los traficantes de órganos. Una cruel realidad que nada tiene que ver con la tradición, explica, pues es una práctica que se lleva a cabo desde hace unos 15 años.
Nada queda de ellos tras su muerte. Todo se vende con total impunidad porque no son considerados humanos. "No había conocido a nadie que no tuviera derecho a la vida hasta que conocí a los albinos de Mozambique", lamentó.
Por si fuera poco, las personas con albinismo tienen otros graves problemas como la reducción o ausencia de melanina en ojos, piel y pelo, lo que provoca problemas de visión que causa, a su vez, una altísima tasa de abandono escolar.
El cáncer de piel es otro de las graves patologías que sufren, una enfermedad agudizada por la ignorancia y los prejuicios.
Pero aún hay más, en algunos lugares existe la creencia de que las relaciones sexuales con una albina curan el sida. "Son violadas, con lo que ser mujer añade un hándicap más", lamenta. Esto ha provocado que haya un alto porcentaje de mujeres y niñas con albinismo portadoras del virus, una enfermedad que en África es mortal.
El cuento, publicado por Libros de las Malas Compañías, tiene por objeto darles voz, hacerles visibles y, sobre todo, mostrar que no son hijos de las estrellas ni de la luna, que no son espíritus sino personas, porque "lo que nos caracteriza a los seres humanos es el humor y la capacidad de fabular, eso que llamamos Literatura".
una máquina para coser la esperanza. Durante su charla, Ana Cristina recordó las palabras de una joven que perdió las dos orejas y es portadora del virus del sida. "Me acerqué a ella y le pregunté: ¿Qué necesitas? Y me contestó que sentir que le importaba a alguien", lo mismo que reclaman, por ejemplo, las personas de su barrio madrileño.
Aquí nació otro proyecto a manos de las mujeres mayores de Chamberí, que han donado sus máquinas de coser para que, a través de la ONG África Directo, las mozambiqueñas albinas puedan coser prendas y muñecos que luego se venden para obtener recursos económicos. "Cosen conejitos albinos -el animal que ilustra la portada del libro-, con camisas de manga larga para recordar a los más pequeños que hay que taparse, manteles, mandiles y un montón de cosas más. Son máquinas para coser la esperanza", celebró.
Ana Cristina Herreros fue presentada en el acto de ayer por la profesora de Derecho Internacional de la UCLM, María Martínez Carmena, madre de dos hijas albinas. Martínez explicó que conoció a Herreros hace unos meses y, tras saber que había escrito un libro sobre albinismo, decidió "hacer algo especial, con motivo del 70 aniversario de la Declaración de Derechos Humanos, y dar a conocer lo que está pasando en África con los niños y adultos albinos".
"Estas personas -concluyó- sufren una vulneración de sus derechos fundamentales muy fuerte, no solo con discriminaciones sino también con agresiones físicas brutales. Este es un pequeño homenaje para que los alumnos vean todo lo que ocurre más allá de nuestras fronteras".