El descubrimiento de una universidad infravalorada

Galán
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El Museo Santa Cruz acogió ayer una conferencia sobre la intervención arqueológica que se llevó a cabo hace 20 años en la Universidad de Santa Catalina, «una de las más importantes del país»

Arturo Ruiz Taboada impartió la conferencia en el Museo Santa Cruz.

La historia de Toledo se deduce en numerosas ocasiones por los restos que se han ido hallando en su subsuelo. En esta ocasión, los orígenes de la universidad local no se encuentran en los mismos espacios que en la actualidad, sino que habría que remontarse al siglo XV para datar su creación bajo el nombre de la Universidad de Santa Catalina, en el entorno de San Andrés, y exactamente donde hoy se ubica el Seminario. 

No se trata de un nuevo descubrimiento, sino que fruto del desconocimiento en el que a veces naufragan estos hallazgos arqueológicos tras sus primeras exposiciones, el Museo Santa Cruz decidió rescatarlo en el día de ayer con una de sus habituales conferencias culturales. Para ello, la cita contó con Arturo Ruiz Taboada, es decir, el arqueólogo que lideró la excavación en el año 2004.

Unos trabajos de acción en un entorno urbano que sirvieron para descubrir que bajo un rodadero repleto de escombros se escondían los restos de los primeros espacios académicos de la ciudad. Concretamente, unos metros de lo que fue uno de los claustros de esta universidad. Ruiz Taboada mostró a los asistentes algunos de los elementos ornamentales que se encontraron en el entorno durante la intervención arqueológica, como son los casos de restos de mármol, yeserías y hasta un brocal de notables dimensiones que conserva un grabado con el escudo de la Universidad de Santa Catalina, es decir, la prueba más evidente de la existencia de este enclave y «una auténtica seña de identidad cuando hablamos de heráldica», señaló el arqueólogo.

Sin embargo, estos hallazgos no tuvieron mucho más recorrido al utilizarse el entorno como una cantera siglos después, lo que lleva a intuir que en los espacios colindantes se ubicaba otro claustro y aularios de 14 por 14 metros de superficie. Ruiz Taboada también destacó que durante los trabajos aparecieron restos cerámicos muy característicos de la riqueza de la época.

Sea como fuere, los restos hallados hace casi 20 años descubrieron los inicios de la herencia de la Escuela de Traductores, fundándose en 1485 inicialmente como colegio por Álvarez de Toledo y Zapata y convertida en universidad en 1529.

Pese a ubicarse en esos primeros instantes donde hoy permanece el aparcamiento del Seminario, en 1771 se movió hasta la Casa Profesa de los Jesuítas -lo que hoy es sede de Hacienda- para pasar en 1799 a San Pedro Mártir y diez años después al Palacio de Lorenzana.

La historia de un edificio y de una intervención arqueológica sobre una Universidad de Santa Catalina «poco valorada» y comparable a otras existentes en la época de mucho nivel como la de Salamanca o Bolonia, resaltó Arturo Ruiz Taboada. Éste ejemplificó aquello recordando que por sus rincones estudiaron ilustres como Francisco de Pisa.