Los agentes de la Policía Judicial de la Guardia Civil explicaron ayer que el levantamiento del coche, que aprisionaba el cadáver de Teodora, permitió observar el cuerpo completo de la víctima. Los expertos repararon en las heridas del cuerpo y en un detalle que la fiscal expuso en la sesión de apertura del juicio y aclararon aún más los investigadores. «Nos llaman la atención, aparte de las heridas, que las bragas están al revés, con la etiqueta por fuera», recalcaron.

Los agentes de la Guardia Civil cerraron, ya por la tarde, la larga segunda sesión del juicio. La primera hipótesis que manejan los expertos cuando revisan el vehículo orienta la reconstrucción de los hechos hacía un atropello marcha atrás con el cuerpo ya tumbado en el suelo.

Un bombero del Consorcio Provincial llegó el primero al lugar de los hechos. Su olfato detecta rarezas en la escena; José del Carmen permanecía a 100 metros del cadáver y del vehículo. Allí se quedó cuando el agente se acercó hacia la mujer muerta. El agente reparó en que el respaldo del copiloto estaba inclinadísimo. Raro.

«Si vas a hacer unas prácticas de conducción, no llevas esa posición», opinó un agente de la Guardia Civil sobre el asiento y la primera versión del acusado. Entre las rarezas de esa revisión del testimonio de José del Carmen en el lugar de los hechos, es la ausencia de rastros que acrediten la desesperación de Teodora. El hombre aseguraba antes de la confesión en la Audiencia Provincial que la mujer había sobrevivido al atropello y gritaba 'sácame de aquí'. Pero no había señales del movimiento de brazos en el campo.

Por los indicios recabados en las primeras horas, la Guardia Civil detuvo a José del Carmen sólo tres horas después de que los agentes lograran llegar a ese camino difícilmente accesible, a kilómetros de distancia de Almonacid de Toledo donde yacía muerta Teodora.