El cuerpo del ciclista Federico Martín Bahamontes será trasladado a lo largo de este martes desde la residencia de Valladolid, en la que residía desde hace años, hasta Toledo, donde está previsto que se instale la capilla ardiente del que fue el primer español en ganar el Tour de Francia, en 1959.

El Águila de Toledo residía en un pequeño pueblo de Valladolid desde el inicio de la pandemia (marzo 2020), como medida de prevención desde que el Gobierno decretó el primer confinamiento de la población a causa del coronavirus. Para ello, eligió un pequeño alojamiento rural en Villanueva de San Mancio, un pueblo de menos de un centenar de habitantes situado junto al Canal de Castilla, cerca de Medina de Rioseco donde se abastecía, y a unos cincuenta kilómetros de la capital vallisoletana.

Residía con un cuidador y puntualmente con su hija, Victoria Sahagún, y dedicaba el tiempo a dar paseos al aire libre por el entorno y a cultivar sus aficiones preferidas, entre ellas el bricolaje.

Las principales salidas a Valladolid fueron a varios centros hospitalarios para tratarse de algunas dolencias o pequeños percances como la ruptura del quinto metatarsiano del pie derecho que en abril de 2020 le ocasionó la caída de un tablero sobre su pie derecho.

Más de un año después, en noviembre de 2022, permaneció ingresado cerca de tres semanas en el Hospital Universitario Río Hortega para tratarse de un hematoma en el músculo iliopsoas, una dolencia habitual en pacientes sometidos a medicación para combatir alteraciones en la coagulación de la sangre.

Al salir del hospital, permaneció en el Complejo Asistencial Benito Menni, también en Valladolid, donde a sus 93 años se sometía a tratamientos de rehabilitación para fortalecer la masa muscular perdida.

Durante el pasado verano, recién cumplidos los 94 años, ingresó de nuevo en el Hospital Benito Menni para tratarse de una rotura de origen osteoporósica.