Esta semana, y quizás la pasada, aunque no quisiera expresarlo aquí, la cabeza no me deja escribir sobre el CD Toledo sin pensar en la brutal catástrofe sufrida con la DANA del pasado 29 de octubre.
El fútbol y sus cotidianos problemas se tornan absolutamente insignificantes ante tal tragedia. Esta avalancha de barro y lodo se ha llevado por delante tantas cosas irrecuperables que, cuando pienso en fútbol, se me vienen dos situaciones.
Por un lado, la innegable capacidad de este deporte para mover masas. Masas de gente que hoy por hoy son de solidaridad y ayuda ante una barbarie que solo acaba de comenzar. Por favor, utilicemos este superpoder del fútbol para hacer cosas maravillosas por los damnificados. 
La solidaridad, la generosidad y la valentía son valores inherentes al deporte, y que solo utilizan este como un medio para, de manera inconsciente, sacar lo mejor de cada uno, porque estos valores están dentro de cada uno de nosotros. El mejor ejemplo lo tenéis en las oleadas de voluntarios incombustibles que día a día ayudan porque los afectados vuelvan a su normalidad.
Y, por otro lado, pienso en los sueños truncados de tantos y tantos niños y niñas, jóvenes y no tan jóvenes que se han ido soñando con un balón. Escuelas de fútbol, academias, clubes… que de golpe y porrazo se han teñido de luto y nunca volverán a ser lo que eran. 
Entidades en las que el fútbol debe ser un pilar fundamental para la reconstrucción. Fútbol que ha de servir como escapatoria a tantas y tantas dificultades que se vienen, porque queda mucho camino por andar, pero que ha demostrado que nos puede hacer disfrutar a todos a pesar de los pesares.
Y donde digo fútbol, porque esta columna es de fútbol, digo cualquier deporte. La actividad física y el deporte son agentes socializadores, liberadores, generadores de ilusión y energía, y como tales hemos de ser capaces de entenderlos y utilizarlos.
Una de las mayores imágenes de esperanza estos días para mí ha sido la de esos tres niños jugando en medio de un escenario apocalíptico con un balón. Por todo esto, os pido disculpas si hoy, que el CD Toledo ha sufrido su primera derrota y ha perdido un liderato insignificante a estas alturas de la temporada, es algo sin valor pero debe enseñarnos a disfrutar de la suerte que tenemos. Ahora nos toca jugar un partido que, sin darnos cuenta, ya estamos jugando, pero que sé que juntos vamos a ganar.