Hizo levantar al público. El veterano atleta Fernando Fernández Gaitán presumió de que él no podía ser más toledano cuando recogió el premio de Hijo Predilecto y se llevó una ovación por parte del público que seguramente rivalizó en emoción con las que conseguía cuando corría.

Y es que en el acto del Día de la Ciudad de Toledo otros deportistas reconocieron que además de las medallas, hay pequeños detalles que les hacen mucha ilusión. Irene Sánchez Escribano contó que le gusta que los comentaristas añadan lo de que es ‘toledana’ y se le «hinchó el pecho de satisfacción» cuando en una competición en Alemania un noruego le dijo que conocía Toledo y que le había gustado. Lucas Búa, que no se olvidó de nadie (familia, amigos, colegio,Universidad, entrenador, grupo de entrenamiento, equipo) aseguró que le ayudan mucho los ánimos y apoyos que recibe a diario de los toledanos.

Algo tiene la ciudad que engancha hasta a los no toledanos. El arzobispo Braulio Rodríguez, que llevaba un «papelito para no ponerse nervioso», ironizó con la cantidad de veces que se había dirigido a los toledanos. Aseguró que desde que se ordenó sacerdote no había vivido tanto tiempo en una ciudad como Toledo, «un lugar tan especial» y añadió que ha ido a todas las parroquias de la Archidiócesis.

Gaitán levantó al público al recoger su distinción de 'Hijo predilecto' - Foto: David PérezYasmina Álvarez contó de Santiago Palomero que «había hecho de Toledo su vida, amaba Toledo, los museos, su museo», donde tenía incluso un fantasma con el perfil de Corto Maltés . Yolanda García Figueruelo contó de Juan José González ‘Juanjo’ que «Toledo es una ciudad en la que tuvo una vida muy intensa, en la que aportó todo desde su militancia, social, política y sindical».

El rector de la Universidad de Castilla-La Mancha, Miguel Ángel Collado, tampoco es toledano de toda la vida, pero se comprometió con la ciudad:«La Universidad dinamiza la ciudad, la ayuda a un futuro de conocimiento, innovación y queremos hacerlo aún más».

Y si a Mariano Brasal le hace ilusión que la calle Río Llano se dedique a la panadería que abrieron sus abuelos, no le satisface menos el reconocimiento que le hacen día a día sus vecinos. «Nos llena de orgullo que los toledanos conocen y valoran el pan que con mucho cariño fabricamos cada noche desde hace cien años», confesó.

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