En los momentos más difíciles, cuando cada fracción de segundo puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte, emergen los verdaderos héroes, personas que actúan con valentía y determinación para salvar a otros. Este es el caso de Salva J.S., un joven policía del cuerpo nacional en Toledo, cuyo instinto y coraje lo llevaron a intervenir sin titubeos para socorrer a Carlota hace apenas una semana.
Para Salva, su acción heroica no fue más que hacer lo que era necesario en una situación de emergencia. Él mismo lo describe como «algo sencillo», quizás porque en su día a día como policía está acostumbrado a enfrentarse a situaciones difíciles y a responder con rapidez y eficacia.
Un parque tranquilo, lleno de risas infantiles y juegos. Salva se encontraba jugando con su hija, inmerso en la alegría del momento, cuando de repente, el aire se llena de pánico. La pequeña Carlota, «de apenas dos años», no dejaba de toser, mientras su madre, visiblemente preocupada, «corría de un lado a otro sin saber qué hacer».
Una vida SALVAda, un destino cambiado para siempre - Foto: David PérezEn cuestión de segundos, la niña dejó de respirar y «comenzó a cambiar de color». Sin pensarlo, Salva actuó con rapidez y decisión, sabiendo exactamente qué hacer. Realizó «la Maniobra de Heimlich» a la niña, que era tan pequeña «que cabía en la palma de mi mano», golpeándola suavemente en la espalda hasta que logró expulsar «el trozo de manzana» que obstruía su respiración. Posteriormente, la niña fue trasladada al hospital.
Mantener la calma en situaciones críticas son un testimonio del espíritu de servicio y sacrificio que caracteriza a los profesionales de las fuerzas del orden. Un acto heroico de Salva que cambió el destino de Carlota. Días después, ambos se han vuelto a ver expresando su más profundo agradecimiento en forma de sonrisa, iluminando ese corazón que demostró ser más fuerte que el miedo y más poderoso que la incertidumbre.
«Un momento así no se lo deseo a nadie. Lo recuerdo y se me eriza la piel», declara aliviada Alkana, madre de Carlota. «Tuve mucha suerte. Salva fue nuestro salvador. Soy muy afortunada de que estuviera en el parque», añade.
Salva y Carlota estarán unidos para siempre por una historia y el recuerdo de que, incluso en los momentos más oscuros, la luz de la valentía puede brillar con una intensidad inquebrantable.