Desde noviembre de 2019, la selección francesa ha logrado 37 victorias en 60 partidos; 29 de ellas con goles o asistencias o bien de Kylian Mbappé o bien de Antoine Griezmann, o bien de los dos, en una demostración de la dependencia del equipo, como ha quedado en evidencia en esta presente Eurocopa.
La serie es expresiva. Por ese orden, un 0-2 a Albania, un 0-1 a Suecia, un 4-2 a Croacia, un 7-1 a Ucrania, un 1-2 a Croacia, un 4-2 a Suecia, un 0-1 a Bosnia, un 3-0 a Gales, un 3-0 a Bulgaria, un 2-0 a Finlandia, un 2-3 a Bélgica, un 1-2 a España, un 8-0 a Kazajistán, un 0-2 a Finlandia, un 5-0 a Sudáfrica, un 2-0 a Austria, un 4-1 a Australia, un 3-1 a Polonia, un 1-2 a Inglaterra, un 4-0 a Países Bajos, un 0-3 a Gibraltar, un 1-0 a Grecia, un 2-0 a Irlanda, un 1-2 a Países Bajos, un 4-1 a Escocia, un 14-0 a Gibraltar, un 3-2 a Chile, un 3-0 a Luxemburgo...y el 0-1 con el que empezó el torneo ante Austria, cuando el único gol lo provocó Mbappé, en una acción desbordante cuyo centro lo despejó hacia su propia portería el defensa Maximilam Wöber.
Son 29 de los últimos 37 triunfos de 'Les Bleus' en los últimos cuatro años y medio. Solo ocho no contaron con la colaboración goleadora o pasadora de forma decisiva de los dos jugadores sobre los que apuntan los focos en la eliminación ahora de Francia.
La caída inevitable del equipo, doblegado en las semifinales por España, pero al filo contra Bélgica, en los octavos, cuando ganó por 0-1, o contra Portugal, en los cuartos, cuando pasó en los penaltis por el lanzamiento al poste de Joao Félix, ha ido ligada invariablemente al decepcionante torneo de sus dos estrellas.
No ha funcionado Mbappé, que ha marcado un gol de penalti en 464 minutos, entre las restricciones y condicionantes de la máscara que debió llevar en tres encuentros por la fractura de nariz sufrida el 17 de junio ante Austria y de la que se desprendió ante la Roja, pero con la misma frustración, tan esporádico e irreconocible como en todo el torneo. De sus 23 remates, solo ocho fueron a portería.
Ni tampoco ha funcionado Griezmann, suplente en dos partidos de una fase final con la selección francesa por primera vez en 10 años (desde el Mundial de Brasil 2014), con la diferencia de que apenas había empezado entonces su recorrido de 134 choques y 44 goles con su selección (había jugado solo cuatro duelos antes de aquel torneo) y ahora era un futbolista indiscutible, al menos hasta la Eurocopa, para su técnico, Didier Deschamps.
El máximo goleador de todos los tiempos del Atlético de Madrid, titular en 84 encuentros consecutivos con los galos hasta que se lesionó el pasado marzo, se va de Alemania sin un solo tanto ni una asistencia, con 13 remates (el segundo que más de Francia en esta fase final europea, únicamente por detrás de Mbappé), aunque nada más que cuatro entre los tres palos. Su precisión ha sido del 81,3 por ciento: acertó 152 de 179 pases. Y ha disputado 393 minutos, el noveno hombre de Francia en ese sentido.
«No quiero poner la responsabilidad en uno u otro. Es mía. Su final de temporada fue difícil, Mbappé tuvo un golpe...», repasó Deschamps tras la eliminación contra España, en un choque en el que Kylian tiró una vez a portería y dos fuera, pero, sobre todo, apenas dio 13 pases y solo recibió 22, a lo largo de los 98 minutos y cinco segundos que jugó. Su intervención fue escasa.
Mientras, Griezmann fue relegado a poco más de la media hora de juego por su suplencia.
En ese tramo sobre el campo, recibió cinco pases de sus compañeros y dio otros cinco. Nada más. Solo estuvo cerca de la portería en un cabezazo que mandó alto ya en los instantes finales del encuentro en el Múnich Arena, donde fue de nuevo intrascendente.
«Empecé mal, me encontré mejor y acabé en el banquillo. Volveremos. Intenté darlo todo, también en diferentes posiciones, por lo que tuve que adaptarme», declaró el futbolista del Atlético de Madrid.