La lucha por el voto útil

G. F. A. (SPC)
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El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, pelearán sin tregua hasta los comicios generales del 23 de julio por concentrar el electorado a izquierda y derecha en sus respectivos partidos

La lucha por el voto útil - Foto: Gabriel Luengas Europa Press

Voto útil. Bajo estas dos palabras se ocultan miles de electores que ahora representan el gran objeto de deseo para PSOE y PP, los dos grandes partidos que compiten por la hegemonía en las elecciones generales del próximo 23-J. Ni el líder socialista, Pedro Sánchez, ni tampoco el popular, Alberto Núñez Feijóo, quieren compañeros de viaje para esa cita trascendental del próximo mes; por eso apelan de forma apremiante a ese votante que, al menos en teoría, queda fuera de los márgenes estables de ambas formaciones.

«No les votes, que no sirve para nada», «No tires tu voto», en este tipo de frases, que saldrán de boca de los oficiantes de izquierda y derecha, se resume buena parte de lo que será la estrategia electoral. Los dos partidos plantearán durante las próximas semanas una especie de OPA hostil a las formaciones donde quieren pescar apoyos. 

En Ferraz lo tienen claro. Dinamitado el otrora lustroso ticket electoral del tándem Sánchez-Díaz por los pésimos resultados del 28-M, el PSOE puja ahora por los votos del espacio a su izquierda: Sumar, Unidas Podemos y el rosario de plataformas vinculadas a este sector político. El mensaje de Sánchez y Moncloa está siendo contundente para que acabe calando: no hay izquierda más allá del PSOE.

 Lo mismo plantea abiertamente Feijóo al subrayar que la derecha está en el PP, un partido de amplio espectro donde Génova quiere también que acaben recalando los últimos restos de Ciudadanos o lo que es lo mismo: los casi 300.000 votos que todavía apostaron al naranja en los comicios municipales y autonómicos del pasado mes de mayo. 

Y no solo en ese caladero, porque los populares apelan también a la responsabilidad del viejo socialismo (como lo denominan) para ayudarles a sacar a Pedro Sánchez de la Moncloa. Feijóo ya lo hizo en las municipales en el icónico mitin donde llenó la plaza de toros de Valencia: el coso levantino llamó a los votantes de Vox, de Ciudadanos y del PSOE a unirse en torno al PP para echar a Sánchez. 

Los tiempos han cambiado desde esos comicios y las estrategias también. 

En el PSOE asumen que atrás quedan los guiños cómplices entre la líder de Sumar, Yolanda Díaz, y Sánchez cuando la hoja de ruta marcaba encumbrar a la vicepresidenta segunda para que tuviera el poder suficiente como para doblar el brazo a Podemos. «Somos el voto útil para frenar a la derecha», repiten, a modo de mantra todos los socialistas empezando por el presidente. «De eso van estas elecciones», sentencian en Ferraz, sabedores de que el sanchismo juega su última carta. «Los resultados de las pasadas elecciones reflejan la desaparición de Ciudadanos y de Podemos. Un voto que no sea el PSOE es un voto a una potencial coalición del PP y Vox», llegó a decir la ministra de Economía, Nadia Calviño. 

Así las cosas, no es extraño que en los últimos días desde Sumar y Podemos hayan salido airadas voces de alarma alertando de la intención de populares y socialistas de resucitar el bipartidismo. 

Los aires, de hecho, soplan en esa dirección y el turnismo clásico apunta a que está de vuelta.

En su último y acerado discurso, donde habló de «ola reaccionaria» y vinculó al PP y Vox con el trumpismo, Pedro Sánchez obvió a sus socios de Gobierno de Unidas Podemos (algo que no fue casual) y dejó clara su intención de «contar con un respaldo rotundo» en la próxima legislatura.

Estrategia bipolar

Esta llamada al voto útil para el PSOE cobra valor tras las elecciones del 28-M, en las que los socialistas perdieron mucho de su poder territorial, cediendo ayuntamientos y autonomías al PP, en buena parte al no haber podido sumar lo suficiente con partidos situados a su izquierda.

Y aunque Ferraz no dejará de lado en esta campaña la gestión del Gobierno, desde la Ejecutiva Federal se señala que tirarán más del «marco emocional» para tratar de movilizar al electorado progresista, sobre todo teniendo en cuenta que en los comicios de mayo medio millón de sus fieles, se quedaron en casa, según los cálculos que maneja el partido.

La clara intención en Moncloa es concentrar todo el voto de la izquierda el 23-J y por ello ya no hablan de reeditar el Gobierno de coalición, sino que plantean las próximas elecciones como una disyuntiva entre dos bloques: el PSOE por un lado y el tándem PP-Vox por el otro.

Sin embargo, Sánchez ha centrado más el foco al señalar directamente a Feijóo como el principal rival electoral a batir, proponiendo todo un rosario de debates cara a cara. Un reto que el jefe de la oposición ha aceptado pero dejando claro que sin imposiciones de ningún tipo. 

Por su parte, el PP de Feijóo ultima una estrategia y campaña «continuista» del 28-M ante la cercanía de esta nueva cita con las urnas, que volverá a estar centrada en apelar al voto útil para «derogar el sanchismo» y evitar que se «reedite el Gobierno Frankenstein» que, a su juicio, pretende Pedro Sánchez. 

Los populares también reproducirán ahora muchos de sus mensajes electorales de las municipales y autonómicas, para aglutinar en sus filas el voto de centroderecha. 

En su cuartel general, uno de los mensajes que más repiten, es que el planteamiento de Sánchez no es ganar las elecciones del 23 de julio sino intentar «reeditar un Gobierno Frankenstein» en el que partidos como Bildu vuelvan a tener «protagonismo»; un mensaje que saben que tiene un hondo efecto movilizador en amplios sectores del electorado.

Lo que está claro es que el pulso abierto ahora por conquistar el voto útil supone una escalada más en la tensión dialéctica entre PSOE y PP porque en el envite se decide quién ocupará la Moncloa para los próximos cuatro años.