Se trata de una tensión de décadas. Israel y Palestina viven en continua tensión desde el siglo pasado, cuando la ONU trató de remediar el éxodo masivo de los hebreos ante la inminente persecución nazi hacia lo que los judíos consideraban, desde tiempos bíblicos, la Tierra Prometida. Una tierra que, sin embargo, tenía ya ocupantes y que tanto el Reino Unido como la ONU trataron de remediar dividiendo el territorio en dos Estados en 1947 en los que la convivencia se antojaba difícil -los árabes no lo aceptaron-. Y el paso de los años, lo ha confirmado. Una existencia común que se ha traducido en numerosos conflictos con cientos de miles de muertos y un auténtico fracaso de la diplomacia internacional, que no ha sido capaz de acabar con las tensiones políticas y evitar la frustración, no solo en la región, sino en todo el planeta.
Expansión en 1948-49
Apenas un año después de ser aprobado el Plan de Partición, Israel se proclama unilateralmente como Estado sin reconocer la existencia del palestino. Comienza la Primera Guerra árabe-israelí en la que los hebreos, después de un año, amplían su territorio, consiguiendo ocupar un 77 por ciento de la región.
Se produce la Nakba, con más de 750.000 palestinos expulsados de sus casas y obligados a huir a Gaza, que queda bajo control egipcio, o Cisjordania, bajo el de Transjordania.
Guerra de los Seis Días
En 1964 nace la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), un movimiento que lucha -por la vía diplomática- por los derechos de sus compatriotas. Sin embargo, la tensión es cada vez mayor y en 1967 comienza la Guerra de los Seis Días, tras la que Israel se anexiona Gaza, Cisjordania, el Sinaí egipcio y los Altos del Golán sirios. La ONU pide que se retire de los territorios ocupados y, ante la imposibilidad de llegar a un acuerdo, decide retirarse de la zona, lo que genera un descontento de Tel Aviv hacia Naciones Unidas que aún se mantiene.
Intifadas
La también conocida como Revuelta de las piedras (por ser las armas que usaron los jóvenes palestinos contra los soldados hebreos) comienza en 1987. La tensión es continua y los enfrentamientos dejan miles de muertos. Este movimiento conlleva la creación de Hamás, un grupo islamista radical que quiere la disolución total de Israel, y el establecimiento de la Autoridad Nacional Palestina (ANP).
En el año 2000 tiene lugar la Segunda Intifada, más virulenta que la primera y que acaba con el levantamiento de muros en la frontera con Cisjordania (2002) y el Plan de Desconexión, por el que los hebreos se retiran de la Franja, pero mantienen el control sus límites territoriales y de su espacio aéreo.
Cónclaves por la paz
En 1991 tiene lugar la Conferencia de Paz de Madrid, que marca un principio de entendimiento entre las partes. Eso sí, no acaba con el mismo éxito que los Acuerdos de Camp David de 1979 tras los que Egipto recupera el Sinaí. A la de Madrid le siguen otros cónclaves con mayor o menor suerte, pero que en ningún caso han conseguido acabar con el conflicto permanente en la región.
El problema de Gaza
Tras la llegada de Hamás al poder en la Franja, el enclave fue bloqueado por Tel Aviv y rodeado de muros y cercas de alambre que impiden cualquier entrada o salida sin permiso de Israel. La excusa esgrimida: contener a los terroristas.
Sin duda alguna, Gaza es la cárcel al aire libre más grande del mundo -tiene una extensión de 360 kilómetros cuadrados-. Según el secretario general de la ONU, António Guterres, es «el infierno en la tierra». Allí la situación humanitaria es extremadamente preocupante y de sus 2,2 millones de habitantes, más de la mitad son niños. Más del 64 por ciento de sus hogares viven en situación de pobreza y la violencia ejercida por Hamás desde la Franja conlleva una respuesta del otro lado de la frontera que, en numerosas ocasiones, acaba con muertes de civiles.
Asentamientos
El programa de expansión de Israel se traduce en una política de asentamientos que se expande por Jerusalén Este y Cisjordania, donde viven más de 700.000 colonos. Un plan considerado ilegal por la ONU y condenado por buena parte de la comunidad internacional que no ha hecho sino ampliarse tras la llegada de Benjamin Netanyahu al poder en 2009, quien se granjea el apoyo incondicional de EEUU.
Dos Estados
Ya en 1989, más de un centenar de países reconoció el Estado de Palestina, una solución propuesta por la comunidad internacional para cerrar definitivamente las heridas, con una delimitación clara de las fronteras, el establecimiento de Jerusalén como capital compartida y una política que favorece el retorno de los refugiados huidos.
Si bien desde la ANP se muestran a favor, Hamás lo desprecia. En el caso de Israel, lo secunda, pero su plan de seguir levantando asentamiento en territorio árabe dificulta que se pueda alcanzar este plan, perfecto para la mayoría del planeta, en algún momento.