La última muestra artística del pintor Cecilio Mariano Guerrero Malagón, despliega un paisaje de figuras abatidas y perdidas, algunas acompañadas de toreros penitentes o derrotados, inmersas en situaciones extrañas y siempre arraigadas en la atmósfera única de Toledo.
Esta exposición, alojada en el Centro Cultural San Clemente, presenta un total de 40 obras que invitan a los visitantes a sumergirse en un universo donde el tiempo parece detenerse. Hasta el 30 de diciembre, los espectadores tendrán la oportunidad de explorar estos lienzos, cada uno narrando su propia historia, desde la melancolía evocada en 'La soledad por los cobertizos' hasta la perplejidad de la realidad representada en 'Miserere en Toledo'.
Según Jorge Moraleda, nieto del artista, «esta exposición promete ser tanto un viaje en el tiempo como una inmersión en un paisaje interior y exterior cargado de significado».
Un viaje artístico entre la melancolía y la perplejidadUna exposición que en palabras de Tomás Arribas, diputado delegado de Cultura, «muestra un pintor comprometido con sus ideas, rebelde y crítico. Convencido de que su pintura sirve para oponerse a lo establecido». Siendo uno de los grandes legados de Guerrero Malagón, «que queda patente no solo en esta exposición, sin también en las anteriores». En total, el centro acogerá 189 obras para exponer en su galería. Se dividirán en diferentes temáticas durante los próximos cinco años.
En esta nueva entrega, bajo el nombre de 'Toledo Símbolo', «Toledo surge como un telón de fondo de su inspiración y su obsesión. Quien busque aquí elementos vanguardistas tan propios de exhibiciones actuales, la mayoría vacía de contenido, solo encontrará pintura genuina y popular, o como bien se define del título 'Casticismo', una de las facetas más personales de Guerrero Malagón», afirma su nieto.
«Claro y notorio», Malagón muestra una visión muy particular y distorsionada de la sociedad que refleja en sus cuadros, pero son una ventana abierta a otras épocas, otros contrastes y sociedades. Personajes que surgen de su imaginación para enseñarnos su visión propia y libre de «un universo abatido y perdido».