«Isabel nace princesa medieval y es la primera reina moderna»

Á. de la Paz
-

El escritor Luis Zueco acaba de lanzar su última novela 'El mapa de un nuevo mundo', un relato que recorre el reinado de los Reyes Católicos. El jueves protagonizará en San Juan de los Reyes una conferencia dentro del ciclo 'Toledo. Luz de Europa'.

Luis Zueco protagonizará el próximo jueves una nueva conferencia del ciclo de novela histórica en San Juan de los Reyes. - Foto: David Pérez

La novela histórica vive su edad de oro en ventas, también sus libros. ¿Por qué se han enganchado los lectores a este género?

La gente quiere conocer su historia, la de su país, y la novela histórica es una manera fabulosa de poder hacerlo. Es más entretenida, más fácil de llegar, más atractiva. Hace una función esencial de acercar la historia a la gente. Porque el lector lo demanda, si no, no funcionaría. Lo que se demuestra es que entre el público hay muchísimo interés, más del que nos podemos imaginar, en conocer la historia de España. Y, además, es lógico.

Vive en un castillo, quizás el gran símbolo medieval. Abundan en España.

Desgraciadamente, cuando se habla de castillos en el mundo no suena a España y es algo totalmente injusto. Por ejemplo, se habla de los castillos del Loira, pero no son castillos. Los castillos cátaros, tampoco son cátaros. Se alude a los castillos galeses, escoceses e irlandeses que, de acuerdo, están muy bien. Pero donde más castillos, donde más tipologías se dan y, esto es muy interesante, de los que más épocas existen es en España. Además, es elemento vertebrador que está en todo el territorio. No están solo en una zona concreta: hay un montón en las provincias de Jaén, Toledo y Soria, pero también en Galicia. 

Se trata de algo muy español, muy característico de nuestro territorio, que hay que valorar. Lo que diferencia a los castillos españoles con carácter general es que son militares. Fueron construidos para la guerra: no son cómodos y en muchos casos son inaccesibles porque están muy bien diseñados para su función esencial que es la guerra. Y eso puede ir en contra porque es difícil llegar hasta ellos. Tenemos un potencial, también económico y turístico. Hay que aprovecharlos como motor económico de muchas zonas.

En la ciudad están el Alcázar y San Servando. En la provincia se cuentan por decenas.

Toda la provincia, y el conjunto de Castilla-La Mancha, es extremadamente rica en castillos. En Toledo hay dos fortalezas importantes. En España lo vemos todo normal, pero contar con dos fortalezas en una misma ciudad es algo singular. Esto no sucede fuera. Cuando vivía en Madrid visité casi todos los de castillos de España, incluidos los toledanos.

La suerte es contar con tantos. Muchas veces hay, incluso, demasiados castillos. Debemos entender que hay tanto patrimonio que, a veces, nos cuesta conservarlo. Hay que ir poco a poco, tener un plan, dinamizarlos, ir por pasos: no hace falta restaurar todos los castillos, pero sí consolidarlos. Lo que no puede suceder es que la siguiente generación encuentre patrimonio en peor estado de lo que lo hemos disfrutado nosotros. Toca hacer una gran labor de consolidación y, sobre todo, ponerlos en valor o hacer rutas. Muchas veces no es necesario intervenir en el castillo, sino en su acceso, en las medidas de seguridad o en la búsqueda de guías. Hay un trabajo que no es solo restaurar patrimonio, sino darle un uso.

El tablero de la reina se inicia con una revuelta en el Toledo del siglo XV.

La novela arranca con la Magdalena [disturbios de 1467]. La protagonista, Gadea, es de la ciudad. Se trata de una revuelta que hay que situarla dentro de la guerra civil que sufre Castilla y que enfrenta a Enrique IV y el infante Alfonso. Dentro de ese conflicto terrible hay una revuelta en Toledo entre cristianos nuevos y cristianos viejos que hay que entender dentro de una situación política mucho más compleja y con la que Enrique IV trataba de recuperar Toledo, una de las grandes ciudades. Será el primer revés que sufre el hermano de Isabel. 

Comienza en Toledo porque necesitaba un arranque fuerte. Quería mostrar a una mujer que tiene que abandonar su ciudad; cuando empieza la novela está a punto de casarse. Tiene que irse de Toledo, pero siempre la tiene en la mente. A lo largo del libro Toledo aparece de forma recurrente. El tema principal de la novela es el ajedrez, del que había muchas referencias en la época de Alfonso X. Me sirvo de Toledo también para recuperar la Escuela de Traductores y toda una serie de información acerca de la historia del ajedrez.

Surge entonces el mito de la convivencia de las tres culturas. ¿Cuánto de real hubo en este eslogan convertido en marca?

Convivían, se toleraban, pero nunca se mezclaban. Todo hay que enmarcarlo en el contexto de la época. Estábamos en un tiempo en que esa convivencia era necesaria para seguir adelante y avanzando en las ideas finales de los reyes de recuperar toda la península. Por eso, cuando se acaba la Reconquista esa convivencia termina. Hay que tener en cuenta que esas convivencias se dan mientras son útiles. También pasa en el lado contrario: en el Toledo de los siglos IX y X, hubo cristianos que también tuvieron que irse ante la presión fiscal que soportan. La época medieval, sobre todo durante la parte de la plena Edad Media, es un periodo donde las tres culturas conviven, pero prácticamente no se mezclan. Mientras tienen un interés común siguen unidas, pero cuando ese interés desaparece las cosas cambian bastante.

Con Isabel y Fernando se unen sus respectivos reinos, pero los territorios mantienen su autonomía. ¿Aquello provocó dos desarrollos diferentes?

Eran reinos muy distintos. La corona aragonesa estaba volcada en el Mediterráneo y su gran enemigo era Francia. El conflicto siempre ha estado latente y sus enfrentamientos han sido bastante graves. Por otro lado, Castilla ya empieza a mirar al mar, que será su futuro, y al sur, a conseguir Granada. Son dos coronas con intereses muy distintos, pero con la suerte de que aparecen dos grandes reyes, seguramente los más importantes que hemos tenido. Lo bueno es que coincidieran en el tiempo. Muchas veces nos preguntamos cuál es más relevante de los dos. Entre ellos se retroalimentan, uno hace mejor al otro. La gran suerte que tuvimos fue que dos grandes reyes coincidieran en el tiempo y hubiera una alianza matrimonial. Ellos sabían que había un interés común. 

La segunda novela [se refiere a El mapa de un mundo nuevo] aborda el concepto de monarquía y la ambición que tienen los Reyes Católicos. Cuando termina el libro han consolidado sus coronas, han logrado la unión dinástica y, sobre todo, han tejido una red de alianzas y han logrado unos progresos políticos y económicos para que la siguiente y la siguiente generación conviertan a España en la mayor potencia del mundo.

Esto es un plan diseñado por los Reyes Católicos. No es solo lo que hacen en vida, también lo que dejan preparado para cuando ellos ya no estén. Lo que les diferencia de los grandes gobernantes es no medir solo el corto y medio plazo, sino tener un horizonte de largo plazo; en este caso, un muy largo plazo. Isabel y Fernando tenían muy claro que querían que sus hijos gobernaran el mundo. Aunque sus hijos no pudieron ser y fue su nieto, Carlos, pero su plan demuestra una ambición, una inteligencia y un saber programar las cosas y ver a largo plazo que confirma los grandes gobernantes que fueron ambos.

Si el matrimonio no se hubiera producido, ¿se habrían unido Portugal y Castilla tal vez de forma definitiva?

La historia ficción en el fondo es muy divertida. Castilla se había intentado unir con Portugal muchas veces, con Aragón también. Y no había salido bien. Más adelante termina uniéndose Portugal con España, pero tampoco sale bien. Son reinos con una personalidad muy fuerte ya en esa época; entonces, las uniones no son fáciles. ¿Que pudiera haberse unido temporalmente con Portugal? Sí. ¿Que eso hubiera salido bien? Pues vaya usted a saber, depende mucho de los siguientes descendientes y gobernantes.

Hubiera sido bonito que España y Portugal se hubieran unido. Es una espina que tenemos clavada: toda la península deberíamos ser una. Pero eso es, en definitiva, es historia ficción.

¿De qué trata El mapa de un mundo nuevo, su última novela?

Se enmarca históricamente en el final del reinado de Isabel. Es una novela muy distinta a la anterior. La primera [El tablero de la reina] la protagoniza una Isabel jovencita que vemos cómo asciende y consigue la corona, algo impensable cuando empieza el libro. En este libro tenemos a una Isabel que ya ha pasado la parte central de su reinado, que tiene que ir pensando en el futuro. Es, sobre todo, un homenaje a los viajes y al momento en que cambió el mundo. El título hace un doble juego: lo primero que le viene a la gente es la idea de Nuevo Mundo, de América; le hemos dado la vuelta y hemos puesto «nuevo mundo». Porque lo realmente importante no es América; de hecho, ellos no saben que han llegado a América y, por tanto, no les puede influir. Lo que ocurre es que ha cambiado el mundo: por primera vez se conoce cómo es, las dimensiones, cómo es nuestra realidad. Y eso es gracias a España. Esa es la clave de la novela, que el mundo cambia y lo hace por muchos aspectos: por el Renacimiento, por los grandes descubrimientos, cambia política y militarmente y hay grandes avances científicos. El mapa de un nuevo mundo explica cómo es el final de la Edad Media y el inicio de la modernidad. Y los Reyes Católicos, y este caso Isabel, son los grandes protagonistas. Isabel nace siendo una princesa medieval y termina siendo la primera reina moderna.

Es una obra totalmente nueva, ha salido hace apenas tres semanas. Hace referencia al reinado de Isabel y a cómo España cambia el mundo, la idea de toda la novela.

¿Es Isabel es la figura femenina más importante de la historia de España?

Sin duda. Y una de las más importantes de la historia universal. Tampoco hay que ser modestos. ¿Qué otra figura femenina o masculina ha disfrutado de la importancia histórica que ha tenido Isabel? Es que cambia el mundo y eso son palabras mayores. Es una mujer muy inteligente, ambiciosa y sabe medir los tiempos. Pero tiene más virtudes: creo que posee una enorme intuición porque sabe ver cosas que no eran fáciles de vislumbrar en la época. Apostar por [Cristóbal] Colón es una moneda al aire, pero seguir apoyándole durante los cuatro viajes es una idea suya, personal. Estamos hablando de una gobernante de un nivel tremendo. Además, protagoniza un reinado largo para la época. Todo lo que se hace en ese periodo, todas las bases que se asientan y, de vuelta a la idea principal, cómo consigue aislar a Francia y conseguir que España sea la primera potencia, le convierten en la figura política más importante que hemos tenido en España y en una de las más relevantes de la historia.

Algunos de los autores que han pasado por el ciclo de novela histórica Toledo. Luz de Europa coinciden en su deseo de cambiar el tópico dominante de la Edad Media. ¿Cómo fue aquel tiempo en la península?

Ha hecho mucho daño el cine. Es que, aunque los límites sean discutibles, es un periodo de mil años. Y no tiene nada que ver el siglo VI o VII con el XV, ha cambiado todo. Tenemos una visión muy anglosajona. Esas imágenes en que siempre oscuro y lloviendo. ¿Usted cree que en España fue así? Se nos olvida el gótico, las grandes catedrales y fortalezas.

La Edad Media está llena de tópicos y todo tiene su explicación. Cuando llega el Renacimiento se mira mal a toda esta época anterior. Lo ven como una barbarie y se posicionan en contra de ella. Además, como aparece la imprenta se empiezan a producir muchos libros. Y en esas obras se habla muy mal de la Edad Media. La imagen que nos llega es la que tienen en el siglo XVI sobra una época que no les gusta. Está totalmente contaminada.

Pero aún resulta más complicado. Llega el siglo XIX, con los románticos que tienen muchísimo éxito. A ellos sí le gusta la Edad Media, pero la Edad Media que hemos heredado, la de los castillos en ruinas, oscuros y con leyendas. Por tanto, nos llega una visión del siglo XVI viciada en su origen que el Romanticismo vuelve a viciar. Me gusta mucho [Gustavo Adolfo] Bécquer, pero describe una Edad Media que está llena de seres extraños y es oscura. Resulta muy atractiva, pero no es la real. Y todo eso mezclado con el cine hace que tengamos una visión medieval equivocada. Los que hacemos novelas de este periodo intentamos poner luz y sentido común para demostrar que no fue así. Además, es que fueron mil años y resumirlos con las ideas de que consistió en una época de atraso y oscuridad, y de que entre la Antigüedad y el Renacimiento no pasó nada. Y en mil años ocurren muchas cosas.

Su obra recorre también buena parte del segundo milenio.

Empiezo en el siglo XI. Me gustan mucho las épocas de cambio y pensar cómo las viven los protagonistas. Los siglos XV y XVI me parecen una época fascinante. Me pregunto hasta qué punto los protagonistas de esos cambios son conscientes de lo que está ocurriendo. 

También me interesa el siglo XI, que es cuando se configuran los reinos que luego van a propiciar el esplendor medieval en España. Es, también, la época de los castillos. Me atraen muchísimo porque son parte de nuestro paisaje. ¿Dónde no hay un castillo? Es que incluso en los pueblos donde no lo hay está la calle del Castillo porque llevaba hacia él. Ahí se encuentra la evidencia de que estuvo. Los castillos, como las montañas, son parte de nuestro paisaje. Además, le gustan a todo el mundo.

Y me gusta la evolución. Doy mucha importancia a la economía: desde el siglo XI hasta el XIX, el comercio se convierte en un aspecto fundamental y explica muchas cosas. Ahora somos conscientes de su importancia: hemos de tener en cuenta que dos o tres años de malas cosechas pueden hacen caer un gobierno. Y la ruptura de una ruta comercial por la caída de Constantinopla [en 1453], rompe todo el comercio, obliga a buscar una alternativa, y termina con el descubrimiento de América por necesidad, porque hay que llegar a Asia como sea; por Oriente, como se ha hecho toda la vida, no se puede, y por África van los portugueses. España lo intenta por otro lado y miren la que se lió.

En la historia confluyen muchas cosas: el arte, la ciencia, la economía, la ciencia, por supuesto, la religión. Son también esos grandes personajes que aparecen de vez en cuando y la cambian todo. Eso, por suerte, ocurre. Un gran gobernante puede cambiar un reino y ha ocurrido a lo largo de la historia en muchos lugares, también en España.

Lo que me atrae es encontrar un tema interesante. No me preocupa tanto la época, creo que siempre hay épocas fascinantes y lugares increíbles, pero lo importante es encontrar qué se quiere contar. 

La historia de España está salpicada de cimas, ya lejanas, y simas.

El esplendor máximo se alcanza en el siglo XVI, no hay ninguna duda. Se suceden los Reyes Católicos, el pequeño paréntesis de Juan y Felipe [el Hermoso] y, enseguida, tenemos los reinados Carlos I y Felipe II.  El siglo XVII no es tan malo como pensamos; pero, claro, no se aguanta la comparación con Carlos y Felipe porque ningún reino lo resistiría.

La época de mayor decadencia se produce a finales del siglo XIX y a principios del XX. La Guerra de la Independencia es, desgraciadamente, la clave de todo. España, antes de esta guerra, sigue siendo la cuarta o quinta potencia mundial, que ya nos gustaría ahora. España ya no dominaba el mundo, pero era clave. Teníamos a una gran Armada que era la única que podía luchar y hacer frente a los ingleses. Pero aquella guerra hace saltar todo y, sobre todo, se pierde América. Hasta que España conservó América fue una potencia esencial y clave en la historia, a partir de ahí, viene una época más oscura.