La del Martes Santo fue una noche de encuentros. Suspendidos unos años antes de la pandemia, puesto que la tradición no contempla el encuentro de dos cristos, la Semana Santa de este año dejará como estampa destacada la vuelta a una costumbre que dispara los flashes de toledanos y turista.
El Cristo que 'mejor socializa' es el de los Ángeles, que durante su recorrido procesional se encuentra primero con el Cristo de la Misericordia y Soledad de los Pobres y posteriormente con el Cristo del Amor. El primero de ellos se produce en la plaza de Zocodover ya entrado el Miércoles Santo. En esta ocasión además la escena se produjo en presencia del arzobispo de Toledo, Francisco Cerro, y del obispo auxiliar, César García Magán. El prelado toledano, tras rezar por los difuntos, impartió la bendición a quien en esos momentos se encontraba en el corazón del Casco histórico de Toledo. El único que faltó a la cita fue el Cristo de la Sangre. Quien sabe si por olvido o con premeditación alguien se olvidó de abrir los cuarterones de las ventanas de su capilla.
Media hora después, frente al convento de las Gaitanas. Sede canónica del Cristo de los Ángeles, se produjo el encuentro de 'Cristo rojo' con el Cristo del Amor, recién salvado su periplo por los cobertizos. El primero en llegar fue el paso de que tiene su sede canónica en la parroquia de San Juan de la Cruz del barrio de Buenavista. A los lejos, ya se oían los tambores del Cristo de los Ángeles tras encarar este Alfileritos. Los hermanos del Amor solventaron la espera bailando el paso hasta la llegada de el de los Ángeles a casa.