Con huevos, el Toledo es otro (3-2)

Galán
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El CD Toledo salvó su primer match ball en su semana de penitencia con más coraje que fútbol. Remontó dos veces un marcador en contra y acorta distancias para volver al playoff

Con huevos, el Toledo es otro (3-2)

El CD Toledo buscaba su redención. A falta de saber si lo ha conseguido, al menos le ha dado una alegría a sus aficionados, que comenzaron recordándoles a sus jugadores la vergüenza que venían pasando estas semanas a base de pitos durante el calentamiento. Sin embargo, las protestas populares no fueron premonitorias de un nuevo descalabro, porque en esta ocasión el equipo hizo los deberes y la fortuna sonrió.

La premisa nada más saltar al césped no podía ser más clara. Actitud, ímpetu y mucha intensidad de los verdes para tratar de decantar la balanza lo más pronto posible. Y si de paso limpiaban su imagen mejor que mejor. Pese a todas las ganas ofrecidas en los minutos iniciales el escenario no arrojaba un final demasiado optimista, debido a que el Calvo Sotelo respondió con los mismos esfuerzos y con más orden que los locales. Sin crear peligro, los dos hombres más adelantados del cuadro minero, Iván Limón y Canty generaron dudas en la zaga toledana, pero en la primera mitad se quedó sólo en eso, en dudas. De hecho, la primera ocasión la protagonizaron estos dos en el minuto 19 cuando Iván Limón entró por banda izquierda y se la puso a Canty que ya se relamía para empujarla a la red, pero apareció Kupen en el área pequeña para arrebatarle la opción en el último momento.

El partido era intensidad pura, pero ninguno de los dos equipos conseguía controlar el centro del campo. Un ida y vuelta que no se traducía en llegadas. A los 25 minutos de juego, el Toledo de Rubén Gala hizo una de las jugadas del año, de las que exige el Salto del Caballo porque sabe que su equipo es capaz de hacerlas. Chupi y Gabri combinaron para deshacerse de los rivales y con espacios el delantero la puso al área. En el punto de penalti, Pepe Delgado la dejó de espuela para que Abraham decidiera sin oponente alguno, pero el control no fue del todo bueno y dio tiempo a que el portero Adri Real se le echara encima. Abraham hizo lo más difícil, regateó la salida del arquero y con todo a favor remató fuera. El estadio no lo podía comprender, él con las manos en la cabeza se ve que tampoco. Tan sólo tres minutos después, Abraham quería resarcirse e intentó su típica jugada partiendo desde la banda hacia dentro para encarar un disparo cruzado. Se le fue largo. No estaba acertado de cara a portería, pero sí enchufado.

El ritmo del partido comenzó a bajar y con él se llegó al descanso. La sensación era que el Toledo estaba poniendo todo en el asador, pero los precedentes y ciertas carencias tácticas del equipo hacían presagiar que si aparecía un bajón físico el Puertollano iba a estar ahí para aprovecharlo. Y no hizo falta que llegara. En el primer minuto de la segunda mitad, ese desorden que empezaba a vislumbrarse en los locales dejó sólo a Juanfri para que marcara a placer desde la frontal del área. Ese partido ya se había vivido en el Salto del Caballo. Sin embargo, el equipo levantó el orgullo y decidió que no estaba para más penitencias. Una derrota más y ante un rival directo ponía las posibilidades de promocionar muy difíciles.

Por ello, lejos de la versión de un Toledo cariacontecido tras encajar un gol, el cuadro local dio un paso adelante y apenas tres minutos después Angelito acechaba el área rival hasta que filtró un pase que plantaba a Rodri sólo ante el portero. Adri Real lo arrolló y el colegiado no dudó, penalti. El propio Angelito, hoy de lateral derecho por la baja de Peteiro, lanzó desde los once metros para marcar el empate. Fue la aspirina que levantó a una afición anestesiada.

A raíz de ese momento, el Toledo empezó a volar, ganaba los duelos con intensidad e iba a por el partido. Con bemoles. Pepe Delgado al espacio estaba haciendo demasiado daño al Puertollano. Gala movió el banquillo a los 55 minutos para dar entrada a Piochi por Chupi, lo que fortaleció el mediocampo. El Toledo se hizo más fiable. Todo parecía ir a favor hacia la remontada cuando Kupen perdió los tiempos en defensa. A la hora de partido arrolló a un rival en el área sin discusión, penalti clarísimo. Kofi no falló para poner el 1-2 y el escenario volvía a ser dramático.

Pero el Toledo se resignaba a morir, tenía el día y quería aprovecharlo. De nuevo, casi inmediato, Marcos González -muy activo todo el partido- entró como un filón por su banda y desde línea de fondo la puso para que Pepe Delgado pusiera el empate, pero Adri Real sacó la primera y no pudo con la segunda. El Toledo entraba con el cuchillo entre los dientes, lo que no se había visto en toda la temporada. 2-2 y a por ellos. Además, llegó la magia, porque Gala dio entrada a Unax en un cambio que no entendió la afición por retirar a Martín, pero el refresco agitó aún más el partido. Unax tiene algo diferente y en el primer balón que tocó plantó solo a Gabri delante del portero. Falló en su labor de killer.

Unax seguía intentándolo y generando peligro, esta vez asistiendo a Abraham para que la pusiera al palo largo, pero Gabri -que metió la puntera- tampoco supo empujarla a la red. El CD Toledo siguió moviendo el banquillo con la entrada de Gavilán y Loren por Marcos y Gabri, pero llegados al minuto 80 la intensidad decayó. El Toledo tomaba aire después de unos minutos trepidantes y el Puertollano parecía conformarse con salir vivo del asedio al que estaba empezando a someterse.

Las ocasiones se diluyeron, Pepe lo intentó de chilena sin éxito y los visitantes iban ganando metros, pero sin arriesgar. El partido estaba condenado al empate o a una locura en los minutos finales. Y así fue. El Toledo tiró de huevos y embotelló al Puertollano con más corazón que fútbol, pero Piochi en el 94' probó desde el vértice del área y su disparo tocó en Gavilán. El tiempo se paró, la pelota lloró y entró. Se desató la euforia en el Salto del Caballo. Los abrazos se sucedían sobre el césped y en las gradas. Volvió la comunión. El equipo aguantó los minutos finales y celebró la victoria como agua fría en plena ola de calor. Un empujón de Loren sobre Kofi con el tiempo cumplido pudo amargar el final con un nuevo penalti, pero el árbitro no lo consideró suficiente. O no quiso aguar la fiesta. Ricardo, jugador visitante que estaba calentando en la banda, vio la tarjeta roja por protestar.

En el contexto religioso de la Semana Santa se podría decir que hay similitudes con el milagro de los panes y los peces, porque el Salto del Caballo convirtió los pitos iniciales en aplausos finales. Merecidos, se habían ganado la ovación. Los verdes toman aire y ya miran al Socuéllamos, en lo que se presenta más que nunca como el verdadero Domingo de Resurreción.