Algunos lo bautizaron como la batalla del agua. Tenía sus hipotéticos perdedores en el Levante calificando la aprobación del nuevo Plan Hidrológico de la cuenca del Tajo como un «engaño» y supuestos ganadores en Castilla-La Mancha hablando de «victoria histórica». Sin embargo, la imagen un año después es muy distinta. O, quizás, no tanto, porque los expertos medioambientales consideran que un año después «no ha variado nada» en el río Tajo.
Como contexto, durante los últimos días del mes de enero de 2023, parte del país y especialmente Toledo siguieron de cerca las reuniones del Consejo Nacional del Agua. Después de polémicas, idas y venidas, y mucho análisis, se llevó a cabo la aprobación de un nuevo plan de cuenca que suponía, entre otras cosas, la instauración de unos caudales mínimos para el río desde ese mismo año, con el fin de aumentarlos progresivamente hasta el año 2027.
La conclusión sonaba esperanzadora, más exitoso si cabe entre el ámbito político local y regional. Sin embargo, los expertos medioambientales se mostraban más prudentes antes de enarbolar la bandera del triunfalismo, señalando que los caudales ecológicos pactados aún eran insuficientes.
Un año después parecen tener razón. Tal y como valora ahora Miguel Ángel Sánchez, de la Plataforma en Defensa del Tajo, la realidad del río es que «ha perdido un año», que «los caudales ecológicos siguen sin estar fijados» y que «hemos tenido que acudir de nuevo al Tribunal Supremo a denunciar la situación para que nos acabe dando la razón de nuevo años después».
De hecho, el representante de la plataforma se refiere al estado actual del río como «el de siempre», en el que acumula más agua cuando se producen varios días de lluvia y menos cuando llegue la primavera o el estiaje y, por ello, no duda en señalar el «triunfalismo» de hace un año del Gobierno regional porque, a su juicio, «no ha servido absolutamente de nada» y ahora «no sabemos qué planes tienen para el río».
De igual manera que Miguel Ángel Sánchez apunta a la Junta como parte responsable de la situación actual del Tajo, también hace lo propio con la sociedad toledana. A la ciudadanía le achaca «falta de interés», comparándola con otros territorios que en situaciones similares sí han defendido causas naturales, ejemplificando lo sucedido en el Mar Menor o en el trasvase del Ebro. Sánchez cree que «cuando la sociedad civil se moviliza hace que las administraciones o las fuerzas políticas se pongan de su lado para conseguir los objetivos» y culmina puntualizando de nuevo que «aquí nos importa absolutamente nada que el Tajo sea un vertedero o una cloaca en una ciudad Patrimonio de la Humanidad; hemos aceptado que lo normal sea que esté en esta situación».
En lo que respecta al panorama político, desde la aprobación del Plan Hidrológico del Tajo no se ha vuelto a tratar el asunto en la primera línea, más allá de declaraciones puntuales como las del presidente regional, Emiliano García-Page, cuando en marzo de 2023 exigía al Gobierno central que no dejara pasar el tiempo y que aplicara antes del verano las nuevas normas contempladas en el plan de cuenca. Por lo que se ve, esas palabras tampoco tuvieron mucho éxito.