Nuestra Señora del Prado conmemora sus 25 años como Basílica Menor

Leticia G. Colao
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El templo talaverano celebra un cuarto de siglo desde la proclamación de Basílica por el Papa Juan Pablo II, el 14 de febrero de 1989, mientras que el acto de consagración tuvo lugar el 5 de noviembre

La Basílica de Nuestra Señora del Prado ha sido conocida siempre como la ‘reina de las ermitas’. - Foto: Peña

La Basílica de Nuestra Señora del Prado celebra en 2014 sus 25 años como Basílica Menor, después de la distinción concedida el 14 de febrero de 1989 por el entonces Papa Juan Pablo II. Se han cumplido ya las Bodas de Plata de tan significativa fecha y por ello, el Rector del templo, Felipe García Díaz-Guerra, y la Hermandad de la Virgen del Prado, en colaboración con el Arzobispado de Toledo, preparan un programa de actos que conmemore el aniversario de la proclamación.

Aún no hay nada previsto pero ya se trabaja en la elaboración de una serie de actividades que reúna actos religiosos con alguna actividad cultural digna de tal evento. Así, según explicó a este diario el rector de la Basílica y vicario episcopal de Talavera, «será algo con mucha austeridad que es lo que piden los tiempos pero que no pase desapercibido». Aún así, aunque no está decidido el qué, sí se conoce la fecha que acogerá el programa de actos, ya que desde la Basílica se quiere centrar la celebración entre la festividad de la Virgen del Prado -el 8 de septiembre- y el 5 de noviembre, cuando se cumplirán 25 años del acto de proclamación por parte del obispo auxiliar de la Archidiócesis, Rafael Palmero Ramos.

Al 25 aniversario de la designación del templo talaverano como Basílica Menor se une, destacó el vicario, la canonización el próximo 27 de abril del Santo Padre que autorizó tal distinción. Juan Pablo II decidió que la entonces Ermita de la Virgen del Prado entrara a formar parte del pequeño grupo de basílicas menores después de recibir una carta del Cardenal Arzobispo de Toledo Marcelo González Martín, donde exponía los motivos para ello así como la veneración, «no solamente por parte de los fieles de la ciudad, sino también de los de los pueblos de su amplia comarca».

La empresa no fue fácil. Para lograrlo, se reunieron documentos con la historia del templo, libros y fotografías que relataban las características arquitectónicas del mismo detallando además los elementos fundamentales para la liturgia, como el presbiterio, el altar, el sagrario o el ambón de la Palabra. Todo ello, debió ser aprobado previamente por la Conferencia Episcopal y enviado a la Sagrada Congregación para el Culto Divino, en el Vaticano.

Con todo, en la misiva, el cardenal nombraba al entonces rector Manuel Sainz-Pardo Moreno, quien se hacía «eco del sentir popular» y solicitaba igualmente los deseos de que la Ermita Santuario subiera de categoría, deseos compartidos por el cardenal. «Por mi parte, me uno enteramente a tal solicitud, compartiendo la voluntad de este pueblo ferviente y devoto de la Virgen María», decía. Asimismo, recordaba que en la Archidiócesis de Toledo tan sólo había otro templo con esta catalogación, el Santuario de la Virgen de Guadalupe, en la provincia de Cáceres.

El Cardenal Marcelo González  cerraba su escrito a Juan Pablo II, fechado a 21 de noviembre de 1986, suplicándole «fervientemente» el nuevo título para el hogar de la Virgen del Prado y adjuntándole las características del templo que querían honrase con tal distinción.

Tres años después, en 1989, llegó la respuesta del Santo Padre con la noticia. El escrito, en latín, hablaba de las disposiciones especiales de los talaveranos hacia la Virgen por lo que, dijo, «hemos determinado acceder con presteza a las preces de nuestro venerable hermano Marcelo González Martín, Cardenal de la Santa Iglesia Romana, Arzobispo de Toledo, que en su nombre y en el de sus fieles habían solicitado vivamente que el templo de la Madre de Cristo, Nuestra Señora la Virgen del Prado, fuese contado entre el número de Basílicas Menores», a lo que añadió, «en función de nuestra autoridad apostólica, elevamos a la dignidad y al estado de Basílica Menor, concediéndole igualmente los derechos y privilegios que pertenecen a esta clase de edificios».

Tras esto, el santuario de la Virgen del Prado forma parte del reducido número de iglesias que por su singular importancia y dignidad disfrutan de un privilegio honorífico y singular distinción concedido por el Santo Pontífice, por lo que se encuentran bajo la protección apostólica.

La que en tiempos de Felipe II fue reina de las ermitas, desde 1989 es el nuevo hogar para una reina, la Reina de Talavera.