Con más de veinte años con la cámara al hombro, Manu Reino (Talavera, 1980) afronta el reto profesional de sus segundos Juegos Olímpicos. Serán diferentes a los de Tokio 2020, porque ahora sí habrá público, la salsa de las competiciones, pero para este fotógrafo profesional, especializado en deportes y colaborador de La Tribuna, hay algo que se repite: la ilusión y la pasión. Con la experiencia de Tokio, del Mundial de Fútbol de Qatar 2022 y de innumerables coberturas en todos los ámbitos, disfruta de lo que para él es el matrimonio perfecto: deporte y fotografía. En la maleta viaja con él la bandera de Talavera que entregó a Sandra Sánchez y que la karateca levantó triunfante cuando consiguió el Oro. Ojalá, dice, poder pasársela ahora a Paco Cubelos.
¿Cómo prepara los Juegos Olímpicos un fotógrafo?
Yo empiezo hace dos años y medio, viendo acreditaciones y cómo hacerlo. Esta vez voy como freelance, la anterior vez fui con la agencia para la que suelo colaborar y he buscado clientes. La empresa de deportes de Europa Press en España me ofrece una colaboración y con ellos haré ciertas cosas, pero sigo buscando, porque es la ilusión de mi vida, pero también es mi trabajo. Soy un profesional y un trabajo tiene que estar remunerado. También voy a trabajar para una agencia muy importante en Inglaterra, como refuerzo de los cinco fotógrafos que tienen en plantilla y sigo buscando clientes. Abrir nuevas puertas, nuevos horizontes, conocer gente y conocer empresas, para mí es primordial en mi trabajo.
¿Sabes qué deportes cubrirás?
Sé que empiezo haciendo balonmano, tengo algo de capacidad de elección. Natación es uno de los deportes reyes de los Juegos Olímpicos y me encanta. Para fotografiar es un deporte superchulo, primero porque durante todo el año no tengo acceso a hacerlo, segundo porque lo que tengo en mi zona no es de esa calidad ni de esa profesionalidad, y porque es un deporte muy plástico y muy bonito de hacer. Me gustaría hacer un día al menos. Y luego según vayan surgiendo necesidades. Trataré de no hacer fútbol, que es lo que hago durante todo el año.
¿Te consideras un fotógrafo especializado en deportes?
Casi que sí, si no especializado, si muy centrado en ello. Lo primordial es que me encanta, siempre me ha gustado practicarlo, verlo, de todo. Y las Olimpiadas son como el culmen de todo eso. ¿Fotógrafo de deportes? Sí, diría que sí, cada vez soy más fotógrafo deportivo.
Vocacional, entonces.
Sí, empecé en la fotografía porque no valía para futbolista de Primera. Jugué en regional y algo en Tercera, pero no era bueno. La única forma de estar cerca o muy cerca era esa. Me gustaba la fotografía y me gustaba el deporte, era el matrimonio perfecto.
A veces los sueños se cumplen.
Y tanto. Las primeras Olimpiadas eran como un sueño imposible y estas son las segundas. He conseguido la acreditación por mí mismo, que es algo muy difícil. Eso te hace sentirte orgulloso porque ya no eres solo un pegotito, formas parte de algo más grande, más importante.
Eso quiere decir que tienes una carrera que te avala.
Tengo muchos años de trabajo, pero yo soy un currela. Es una carrera de fondo muy largo, de aguantar, de mantenerse, de sobrevivir muchas veces y de aprovechar la oportunidad cuando vienen bien dadas.
¿Hacen más ilusión las primeras Olimpiadas o son diferentes?
En mi caso son totalmente diferentes, porque las otras fueron unas Olimpiadas a medias porque no tenían público. Voy con la ilusión y con la tensión de que va a haber público y eso lo cambia todo.
Cambia también la fotografía.
Claro, porque además la afición es una parte importantísima. El colorido que da la afición en unas Olimpiadas, que yo solo lo he visto por la tele, no tiene nada que ver. No es lo mismo ver partidos de fútbol, baloncesto o lo que sea y escuchar a los deportistas, que escuchar al público. Creo que donde más se nota el público es en los recintos pequeños, de 5.000, 6.000 o 7.000 personas, en los que le tienes muy cerca. Por ejemplo el balonmano en las Olimpiadas me impresionó, tiene mucho colorido.
El deporte en sí tu no lo ves, ves lo que se ve por el ocular de tu cámara, a 24 milímetros o a 600, eso es lo que ves de deporte. Pero lo disfrutas igual. Si no lo disfrutas, no compensa.
En la Selección de Balonmano hay un toledano, ¿eso le da aliciente?
La cercanía siempre engancha. En Tokio ya estuve viendo a Paco Cubelos y lo tengo marcado en rojo. No sé si voy a poder ir, pero me encantaría y me encantaría ir con la bandera.
¿Llevas en la maleta la bandera de Talavera?
Sí, sí. Ojalá dársela.
En Tokio eras el quinto talaverano, en París eres el tercero, con Cubelos y el seleccionador de piragüismo Luis Brasero.
He ascendido dos puestos (risas).
¿Cuánto pesa la maleta del equipo fotográfico?
Mucho, porque voy con unas expectativas más altas y con una presión mayor. La primera vez fui con mucha ilusión por lo desconocido, ahora es mucha ilusión por intentar hacer algo grande. por conseguir una foto relevante, icónica. Hay que ponerse metas.
¿Cuál sería esa foto icónica?
Ojalá fuera la medalla de Paco Cubelos, le ha seguido desde que era niño y sería una foto que me encantaría a nivel personal. A nivel profesional, algún gran deportista o alguna foto muy espectacular. Los deportes reyes: gimnasia, atletismo, natación… O alguna estrella emergente de los Juegos, que siempre sale o alguien ya superconsagrado.
¿Interviene mucho la suerte para conseguir esas fotos?
Muchísimo. En deporte, por ejemplo en fútbol, puedes tener una foto perfecta, pero el que está enfrente tiene una mala porque tiene al jugador de espaldas. Tu has elegido ese sitio y muchas veces es cuestión de suerte, de estar en el sitio y en el momento. En natación hay ocho puestos diferentes asignados por el COI, y nada te garantizar cual va a ser el mejor. También es muy importante conocer el deporte y al deportista que sigues, saber donde se puede dar un giro, o si el jugador es zurdo o diestro. El estudio previo en fotografía deportiva es esencial, si no te gusta el deporte es complicado.
¿Cuántos equipos llevas?
Dos cámaras, cuatro objetivos, baterías, trípodes, monopié, ordenadores y cachivaches varios. Allí Canon me facilita una cámara que es todavía un prototipo, que soy uno de los fotógrafos que la va a probar, y una tercera cámara que pida. Mínimo, tres cámaras y tres objetivos y para algunos momentos incluso una cuarta. Y llevo maleta, mochila, riñonera, para distribuir los equipos. La seguridad es lo que más me asusta de estos Juegos, porque hay días que voy con 45.000 o 50.000 euros de equipo a cuestas.
Con más de 1,90 de altura, ¿ser alto da alguna ventaja?
La mayoría de las veces es un lastre, porque en muchos deportes estás sentado y en muchos cuanto más bajo fotografíes, más fuerza das a la foto. Para la entrega de medallas sí es una ventaja, porque si no encuentro el mejor sitio, siempre tengo la posibilidad de empinarme un poco.
¿Cuántas horas al día se trabaja en unos Juegos?
Mínimo doce horas. Por la experiencia de Tokio, hubo días de 18 o 20 horas de trabajo. La mayoría de los días se sale del hotel a las 6,30 de la mañana y se vuelve a las dos. Hay eventos que empiezan a las 8,30 y eventos que terminan a la una de la madrugada.
Ya con dos Olimpiadas, ¿te vas a tatuar los aros?
Si encontrara algo que uniera fotografía y Olimpiadas, a lo mejor, porqué no.