Marcó Rodrygo. No debería ser noticia en su competición fetiche: ha jugado 43 encuentros internacionales con el Real Madrid y ha anotado 16 goles… solo uno menos de los que ha conseguido en 115 partidos de Liga. Sin embargo, a pesar del tanto y de la victoria (1-2) en Braga, hay un gesto de insatisfacción en un muchacho que ha caminado sobre la alegría en las últimas temporadas.
En una reunión de pretemporada, a Carlo Ancelotti le consultaron sobre la necesidad de fichar a un «'nueve' de garantías» con todos los respetos a Joselu. Acababa de salir Benzema, el creador directo (75 dianas) o indirecto (21 asistencias) de prácticamente la mitad de los goles merengues en las dos últimas campañas. «No, tengo a Rodrygo» es una de las respuestas más verosímiles en boca del italiano, un enamorado del 'niño Goes' que se está quedando sin argumentos para defenderle: antes de llegar a Portugal, no veía puerta desde la primera jornada de Liga y sumaba un tanto y una asistencia en 883 minutos (12 partidos). Ahora ya son dos dianas en 953 minutos. La media sigue sin ser rentable comparada, por ejemplo, con el delantero que sí reclama el Bernabéu: Joselu Mato ha participado en más goles (cinco tantos y dos asistencias) en menos minutos (638).
Rodrygo (Osasco, Sao Paulo, 9 de enero de 2001) es un futbolista estupendo que, de repente, se ha desvanecido en los vaivenes tácticos del nuevo Madrid: Benzema es el que movía el avispero para que los pequeños brasileños, Vinícius y el propio Rodrygo, lo aprovechasen: la entrada desde el carril hacia el centro es un arte más llevadero si el que fija los centrales los ha sacado de la ecuación.
Como a 'Vini', al once blanco se le hizo bola el 4-4-2 de este curso. Los laterales lo agradecían. Bellingham lo agradecía. Pero los dos hombres en punta colapsaban en zonas más pobladas donde ya no existían esos huecos. Vinícius aún sobrevive a las circunstancias (tres goles más tres asistencias en 623 minutos… y un gran choque el pasado martes en Champions), pero Rodrygo no encuentra su sitio.
El pasado 17 de octubre, durante su concentración con la 'Canarinha', aseguraba: «Siempre es importante poder jugar en varias posiciones. No me gusta jugar de delantero, aunque en mi club tengo que hacerlo bastantes veces». Sea la confianza ciega de Ancelotti o la ausencia de un 'nueve' de garantías, al atacante le toca desenvolverse por el centro... pero lo peor, como piensa buena parte de la afición merengue, no son tanto sus números como las sensaciones que transmite.
Fin de la sequía
En apenas cuatro días ha desnudado su 'alma' sobre el campo. Contra el Sevilla comenzó perdido, y aunque creció durante el encuentro, apenas salió de él (minuto 82) con tres remates y dos regates buenos. A pesar de todo, se llevó los elogios de un Carlo Ancelotti que necesita 'reclutarlo' pronto para la causa. «Para mí (Rodrygo) ha sido uno de los mejores, si no el mejor. Ha tirado más que otros. Lo ha intentado todo. No ha marcado, no pasa nada. El gol llegará», reflexionó el italiano.
Y ante el Braga, a los 16 minutos, intuyendo una escapada de su amigo Vinícius, Rodrygo atacó el primer palo. El remate no fue limpio (de hecho, el central del Braga se anticipó y despejó el esférico, pero este rebotó en el atacante merengue), pero sí efectivo, y así terminó una sequía que duraba demasiado. «Él siempre juega bien -aseguró Vinícius nada más terminar el choque de Champions-, pero necesitaba ese gol». Con el Real Madrid ahorrando energías de cara al clásico, Ancelotti sacó del campo a Rodrygo en el minuto 70: como los portugueses se habían hecho con el dominio del duelo, Tchouaméni fue el elegido para dar reposo al chico de Osasco, con demasiada ansiedad por encontrar las redes, perdido de una manera que ni él mismo se explica.