Antonio Pérez Henares

PAISAJES Y PAISAJANES

Antonio Pérez Henares


De señorías a ‘pinganillos’

22/09/2023

Desde que llegué por primera vez al Congreso de los Diputados, en el año 1977 hasta que, ya cruzado con largueza el siglo XXI, dejé mi acreditación, vi y viví muchas cosas, desde aprobar una Constitución a un golpe de Estado y conocido a muchos personajes, algunos grandes, otros mediocres y, alguno, tonto del bote y con balcones a la calle. Asistí a jornadas brillantes, otras estremecedoras y algunas vergonzantes. Pero jamás había visto un ridículo tan descomunal como el que han inaugurado esta semana.
No sé si en su barco metido en una botella, que es lo que se ha convertido la carrera de San Jerónimo donde ellos chapotean creyéndose héroes del espacio interestelar, alcanzan a darse cuenta de lo que han perpetrado y exhibido como gran avance universal. Me da que no. Ni ellos, ni los palmeros que los jalean son conscientes de sublime estupidez, que remata cualquier resquicio de prestigio que la institución, al sacralizar lo que no tiene otro nombre que la muy precisa palabra, en castellano en España y en español en el mundo, de hacer el gilipollas a calzón quitado.
¿De qué otra manera se puede llamar a unas gentes, que se entienden y hablan en una lengua, que entienden también todos a quienes se dirigen, y se ponen a hablar entre ellos, y para todos, en otras que solo entienden unos cuantos y exigen que les pongamos un traductor? ¿Como se les puede calificar, si encima, como símbolo, seña y pendón, se ponen un pinganillo al cuello para blasonar de su hazaña cuando no es otra cosa sino definitiva muestra de su estupidez? Pues que son una parva de gilipollas.
Y no, no hay más que decir, señoras. O, mejor dicho, 'pinganillos', que es como de ahora en adelante se les debería llamar.
Yo por mi parte, y en el artículo más corto y sencillo que he escrito aquí, nada más tengo que decir. Porque ya, a mi cada vez más madura edad, he llegado a comprender, tras mucho intento infructuoso, que, si intentas razonar con un tonto, y con un abducido aún más, corres severo riesgo de volverte tonto también.
PD. Una curiosidad: ¿a los camareros del bar del Congreso y a los del 'Manolo' y adyacentes, les van a poner pinganillo también? ¿O eso ya no, porque son las cosas del comer y del beber?