Es castellana, como la identidad de la capital regional. Presume de pureza por la seriedad que representa. La imagen que levantan los cofrades sobre sus hombros representa al Cristo de la Expiración, el Hijo de Dios ya fallecido sobre la cruz. Alrededor de medio centenar de fieles se reúnen en la Iglesia. Sus características la hacen imprescindible para quienes año tras año quieren disfrutar de la Semana Santa toledana.
Unos 50 hermanos participan en un viacrucis en el que solo levantan la voz para rezar las 14 estaciones, las emociones que esta imagen desata en algunos puntos de su recorrido son tremendas.
En la estación que se reza frente al Convento de Santo Domingo 'el Real', una representación del Capítulo de Caballeros de Cristo Redentor sale al pórtico para entonar el Miserere al Cristo de la Expiración. A posteriori, la procesión sigue su recorrido por los Cobertizos, en lo que es una de las imágenes más potentes de la Semana Santa toledana. Desde el año pasado la procesión cambió su itinerario para que a su llegada a la plaza de San Vicente continúe por la calle Alfonso X 'El Sabio' en vez de girar hacia La Plata.
El silencio eterno de la expiración - Foto: Joaquin Romera GarciaLa procesión es sencilla y espiritual, y cautiva la mirada de todos los fieles que se acercan a contemplar su paso. Su silencio es eterno.
El Cristo carece de adornos. La Cruz se erige sobre un Calvario en el que se sitúa una calavera. La imagen va en andas realizadas en madera. Son muy estrechas para poder discurrir por las angostas calles.
Los penitentes llevan hábito y capucha negra con cíngulo blanco, y una cruz roja en la parte izquierda del pecho.