Recas se mantiene fiel a su triunfal festival taurino

Mario Gómez / RECAS
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La localidad, toledana acogió, como es tradición, un festival taurino al inicio de la temporada. Se lidiaron utreros de la ganadería de Sagrario Moreno, destacando el primero y el cuarto de nombre Alelado, que fue premiado con la vuelta al ruedo

Cayetano abandonó la plaza antes de terminar el festejo. - Foto: MGG

Abrió la tarde un extraordinario animal de Sagrario Moreno al que Curró Díaz enjaretó una faena de mucho gusto en la que el diestro de Linares mostró las virtudes de su oponente por ambos pitones. Un animal de nota al que Díaz toreó con suavidad y pasaportó de una gran estocada que le valió dos orejas.

No tan franco como el primero fue el que le correspondió a Urdiales. Un animal que no terminó de definirse y ante el que el diestro de Arnedo tiró de oficio para pasarlo a media altura por ambos pitones. No mostró peligro, pero tampoco desarrolló bondades.

El tercero se empleó en los primeros tercios, y en la muleta de Cayetano lo mejor vino por el lado izquierdo. Hasta que el novillo se cansó de pelear, y comenzó a mirar a tablas. Entonces el madrileño se afanó en aprovechar los viajes con más voluntad que lucimiento. Una buena estocada puso a los asistentes de su lado y paseó una oreja.

Ureña se topó con otro gran novillo y el de Lorca le hizo las cosas técnicamente perfectas. Aprovechó el brío y el celo con el que embestía su oponente para firmar lo más destacado de la tarde al natural. Toreo templado y encajado, que cargó de sentimiento e hizo que los asistentes se rompieran con él. Gran cierre de faena a pies juntos antes de una estocada, un puntito desprendida, pero de rápido efecto, que le valió los máximos trofeos.

Otro de los matadores de toros que van a dar que hablar en 2024 es Víctor Hernández. El alcarreño mostró frescura de mente y un concepto asentado impropio de quien cuenta con menos de media docena de corridas de toros de alternativa. Estuvo solvente y con gusto y mató de una buena estocada, y paseó un trofeo que se antojó escaso.

Jorge Molina abrochó un festejo con otro potable astado de Sagrario Moreno. El toledano, que mira cotas mayores de reojo, se mostró solvente en cuanto a la técnica y claro en cuanto a la voluntad de lo que pretende desarrollar en la cara del toro. Una faena con muletazos de trazo largo en la que Molina corroboró lo que apuntó el pasado año. Mató a la segunda, requirió del descabello, y la demora en caer enfrió al respetable y paseó una oreja.