Agradecido, una virtud que le acompaña siempre, y ajeno a protagonismos. Esteban Paños acaba de ser nombrado concejal honorario por su labor en el Ayuntamiento de Toledo durante ocho años. Una etapa que recuerda con cariño, simpatía y el poso de nostalgia que deja la política municipal. El premio más importante fue pasar un buen rato con su familia y con toda la gente cercana que le acompañó ayer por la tarde en el acto institucional celebrado en el Centro Cultural San Marcos. Esta vez, a Esteban no le tocó votar los honores y distinciones, sino recibir uno sin más, con sencillez y sin artificios.
Esteban, nuevo concejal honorario de Toledo. ¿Cómo te tomas esta distinción del Ayuntamiento?
Yo siempre todo me lo tomo a bien, siempre lo veo en clave de oportunidad y estoy muy agradecido. Siempre pensé que levantarme y poder trabajar durante ocho años por mis vecinos y mi ciudad era un honor y ahora lo es y encima reconocido. También es verdad que este reconocimiento no tenía que ser hacia mí únicamente, también hacia el equipo y a todas las entidades que han abierto sus puertas y me han dado su tiempo, que es muy valioso y nunca cobran por ello. Así que hago este agradecimiento extensivo porque son los que han hecho que pueda estar aquí.
¿Cómo resumirías las dos legislaturas que has ejercido como concejal de Ciudadanos?
En clave de aprender. Ha sido como un máster de ocho años donde he aprendido mucho de la ciudad, de legislación, de ordenanzas y de las comisiones... He aprendido lo que hay que hacer y lo que no. Trabajas por hacer más fácil la vida a los vecinos de la ciudad. Ha sido una experiencia maravillosa.
¿Te sentiste respetado como concejal?
Creo que sí. Siempre me he sentido así y tampoco yo le he faltado el respeto a nadie. Una de mis máximas era que si alguna vez faltaba al respeto o insultaba a alguien me marcharía y no he tenido que hacerlo. La gente está cansada de faltas de respeto, de que no haya acuerdos, no se busque el bien de la ciudadanía, no se ponga como primer objetivo Toledo y primen otros intereses. Siempre me he sentido querido.
¿Qué legislatura fue más compleja, la primera o la segunda?
Las dos han tenido su aquel. En la primera éramos nuevos, no teníamos experiencia y en el equipo nos podían las fuerzas, las ganas y la ilusión. Todo lo suplíamos con horas de trabajo y coraje. En la segunda legislatura, que pensamos que podríamos hacer muchas más cosas por los números electorales, no se hicieron tantas como deberíamos haber hecho, pero de todo se aprende.
Ocho años han dado mucho de sí para muchas propuestas en el Ayuntamiento. ¿Cuál se ha quedado como espina por no lograrla?
Consensuar un modelo de ciudad. Al final, no hay tantas diferencias entre el modelo de ciudad de un partido político y otro porque todos queremos un Toledo más verde, más sostenible y sin problemas de tráfico. Todos estábamos de acuerdo, pero no hemos sido capaces de encontrar esa oportunidad para consensuar ese modelo y después cada uno poner sus pos-it, porque todas las propuestas tienen cabida, han de ser escuchadas y es lo que me da pena. En ocho años nunca se convocó el Consejo Social de la Ciudad.
Como concejal siempre te ha caracterizado el diálogo y huir de los enfrentamientos políticos. ¿Quizá has sido un concejal peculiar, un modelo distinto a lo habitual?
La palabra modelo no me gusta porque no soy modelo de nada, pero es cierto que lo primero es el respeto. Hay que respetar lo que han elegido los vecinos, quién ocupa la alcaldía y quién es la máxima autoridad en la ciudad. Pero también hay que respetar al que únicamente tiene un concejal o dos porque tiene su modelo de trabajo. Tenía claro desde el principio que no debíamos desgastarnos en guerras internas y en políticas cuando hay alcorques sin árboles, plazas que no tienen sombra o problemas con la movilidad. Era mucho mejor hacer una propuesta y debatirla, aunque no siempre ha sido bien recibida porque todo el mundo lo vinculaba a la parte política, es decir, 'a éste no hay que aprobarle las propuestas aunque sean buenas porque parece que gana puntos', y no era así porque gana la ciudad. Es lo que me ha dado más pena, pero al final cada uno juega sus cartas y otros continúan y nosotros no, con lo que quizá ellos llevaban más razón.
¿Tuviste propuestas de otros partidos para entrar en sus filas?
No, me he llevado bien con todo el mundo. Soy un tío muy de centro y vine a la política municipal, que no entiende tanto de ideología como la gente se piensa. Que una calle esté bien iluminada no es algo ni de derechas ni de izquierdas, tampoco que salga agua de las fuentes, respetemos el río o cojamos el autobús puntualmente. No es algo de ideologías, así que tratar de llevarlo todo por ahí es sacarlo del tiesto. Quizá, como éramos un partido que no teníamos tanto el lastre de la ideología, sabíamos suplirlo con más facilidad.
Acabas de referirte al río Tajo. ¿Uno de los momentos más complicados para ti fue defender a la ciudad cuando el partido a nivel nacional presionaba en otra dirección?
Sí, claro, sobre todo, cuando te llama 'el murciano' por la noche para preguntarte qué estás diciendo. Yo le contesté que viniera a Toledo a ver el Tajo con sus espumas. Lo he tenido claro y el equipo también. Hay cosas que son de lógica. El río no es de Toledo, es de todos los españoles, tenemos que preservarlo entre todos y todo el mundo sabe que el río está enfermo y para dejar de estarlo necesita agua. Para mí fue fácil ir por ahí, aunque tuviera todas las presiones del mundo Tenía claro que si no me querían así, que me echaran.
La fractura en Ciudadanos también fue una época compleja.
Sí. Políticos con mucha experiencia de otros partidos, con los que me he llevado muy bien, decían que en política los peores son los nuestros y es verdad. Cuando la gente viene buscando el personalismo ocurren estas cosas. Yo tenía claro que si no valía me iba, pero si hacía un buen trabajo seguía ahí. Al final, te das cuenta después de haberlo pasado mal que no te duele tanto porque al final lo que no te aporta y no suma...
Hablando de números... Ciudadanos no pudo obtener representación municipal en las elecciones de mayo. ¿Qué lectura haces ahora?
La lectura es la que hay a nivel general en España, la gente está un poco cansada de división, hay gente de izquierdas que no está muy contenta con los proyectos de izquierdas actuales, gente de derechas que tampoco está contenta con la facción más conservadora...La gente necesita un proyecto de centro, como el que era de Ciudadanos, que evite esa polarización. Y al final es la sociedad la que pierde.
Ir de la mano de Ciudadanos, que se encontraba en su peor etapa política, también supuso un lastre, ¿no?
Sí. Ciudadanos estaba en su peor momento, pero nos planteamos que el no ya le teníamos y decidimos seguir trabajando por todas aquellas personas que nos lo pedían. Había muchos otros proyectos políticos y el voto se dividió.
Si tuvieras oportunidad, ¿volverías?
Es una época que ya ha pasado. Hay que aprender de todo. Ya he pasado, he aportado lo que he podido, me llevo mucho más de lo aportado porque he aprendido muchísimo y estoy dispuesto a echar una mano aunque no sea concejal a todo el que lo necesite. También hay que renovar, tener caras nuevas e ilusionar a la gente, con lo que el mismo perro con distinto collar es más de lo mismo. Hay que decirle a la gente que somos capaces de llegar a acuerdos.
¿Cómo ves el panorama político del Ayuntamiento?
Sigo la política municipal de cerca porque es un gusanillo que entra por la punta del pie y se queda dentro. No hay tiempo que perder y hay muchas cosas que hacer. Siempre que hay un cambio de gobierno se produce un parón, el perjudicado es el ciudadano, pero el que llega siempre necesita un tiempo para adaptarse. Pido que cada uno aporte lo que pueda a la ciudad, tanto a los que están en el gobierno municipal como en la oposición.
Sigo a diario la política municipal. Trato de aportar y de ayudar, sin que nadie se sienta obligado a nada. Me implico en lo que puedo. Al final, has hecho amigos y el objetivo común era Toledo, no era ser concejal.