Hubo un tiempo, a finales del siglo XIX, en el que la pintura y la fotografía entraron en colisión. Si el nuevo invento reflejaba la realidad con precisión, la pintura perdía el territorio que le había pertenecido durante siglos: paisajes, retratos, escenas de vida o de guerra, personajes históricos. Nada iba a ser igual a partir de una técnica que daría lugar a nuevas expresiones artísticas. La fotografía atrapaba la realidad con mayor aproximación, mayor realismo y mayor amplitud. La pintura, estática, en ocasiones solo estética, carecía de la soltura que aportaba la fotografía. Tal vez forzados por esta competencia surgieron los Impresionistas. La realidad debía ser reflejada a través de la luminosidad, del instante cambiante, del estado subjetivo del pintor. La pintura se adentraba en una fase que sobrepasaría, sin olvidarlos, a los clásicos y colocaba al espectador ante escenarios de mayor participación y exigencias de comprensión.
Se ha concedido, en días recientes, el premio Princesa de Asturias de la Concordia a 'Mágnum Photos', la agencia transformada en mito por haber reunido a los fotógrafos más famosos e inspirados. Desde el legendario Capa, que pasó por Toledo durante la guerra civil, hasta la manchega Cristina García Rodero. El premio es la ocasión para reivindicar a los fotógrafos toledanos. Si a partir de los años sesenta se produjo una eclosión de pintores en Toledo, la eclosión ahora es de fotógrafos, con buena técnica, con buen ojo y con voluntad de hacer arte sin olvidar la realidad. Ya no son solo artesanos de la luz o retratistas de costumbres, sino creadores de realidades ante no contempladas. Los numerosos fotógrafos que existen en Toledo están captando nuevas dimensiones de la ciudad. La última exposición ha sido la de Kike Aspano, que se ha adentrado en un convento para condensar la vida en clausura desde una óptica de objetividad afectiva. Los fotógrafos actuales de Toledo se acercan con una posición humilde, pero ambiciosa, tanto a una galaxia lejana como a llamadores de puertas antiguas en extinción. Habría que sistematizar todo ese trabajo individual y casi siempre anónimo. La fotografía puede ser una afición o un pasatiempo individual, lo que no está reñido con que pueda construirse una obra de arte.