Un homenaje a la altura de Julián Simón

Mario G. Gutiérrez
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Más de un centenar de personas se dieron cita en la tarde de ayer en el Centro Cultural San Clemente, para rendir homenaje al más veterano y longevo maestro artesano damasquinador toledano

La hija de JuliánSimón, Maria del Valle Simón, flanqueada por el alcalde de Toledo, Carlos Velázquez, y Mariano San Félix. - Foto: David Pérez

Toda una vida entregada a una profesión que comenzó a desempeñar con tan solo 16 años. Es por ello que ahora, tras más de tres cuartos de siglo después de que Julián Simón comenzase a manufacturar damasquinado con sus propias manos, amigos y conocidos se dieron cita en la tarde de ayer para rendirle un merecido homenaje.

Promovido por la Fundación Damasquinado de Toledo, el Centro Cultural San Clemente, acogió el merecido homenaje al más veterano y longevo maestro artesano damasquinador de Toledo.

Según relatan sus allegados, Simón continúa realizando por entretenimiento esta tarea, que comenzó a través de su hermano Luis. Éste, que disponía de un taller en la calle del Instituto de Toledo junto con otros dos maestros damasquinadores: Ricardo Peces y Mariano Moraleda, le ofreció a Julián unirse a ellos y allí permaneció hasta los 32 años que se estableció por su cuenta.

El arte del damasquinado, que así es como se conoce «al noble arte de la incrustación de metales preciosos, oro y plata en acero», ha experimentado un progresivo proceso de cambios, a pesar de lo cual sigue tratándose de uno de los oficios «más toledanos posibles».

Así lo argumentó el alcalde de Toledo, que además de evocar numerosas anécdotas, se comprometió a impulsar desde el Ayuntamiento, la candidatura para que el damasquinado sea Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Velázquez fue más allá, y aseguró que se pondrá en las próximas semanas en conversaciones, junto con la concejala de Cultura, con la Fundación Damasquinado de Toledo para erigir un museo del damasquinado en la ciudad de Toledo. «Hay que hacer política útil», dijo Velázquez al mostrar su interés por perpetuar un oficio «tan toledano», además de poner a Julián Simón como «ejemplo de constancia tras una dilatada vida como artesano». 

Precisamente esta era una de las reivindicaciones que Mariano San Félix, presidente de la Fundación Damasquinado de Toledo, realizó al inicio del acto, «para que no se pierda este oficio y las generaciones venideras lo conozcan», dijo, asegurando que se cumplía uno de los motivos por los que se creó la fundación, el de «defender y propagar el damasquinado, para que afloren futuros damasquinadores». Acto seguido, hizo entrega de un diploma y una placa hecha por ocho damasquinadores a una, visiblemente emocionada, hija de Julián Simón.

María del Valle Simón, fue la encargada de representar a su padre, y en su nombre mostró el agradecimiento «por este gran e inesperado orgullo» que el artesano damasquinador quiso transmitir en un homenaje que como San Félix explicó, «solamente aceptó cuando le convencí de que además de a él, serviría para poner en valor del damasquinado».

La presentación de la vida del homenajeado corrió a cargo del profesor José María González Cabezas, quien con fina prosa, puso en valor la figura del damasquinador, a la vez defendió que se trataba de un «Emotivo, merecido y necesario homenaje», para quien «venció al paso del tiempo con el bello arte de incrustar el brillo del sol en el frío acero».