Que iba a haber enjuague en el Gobierno de la Unión lo sabíamos en España, en Bruselas y hasta en la China Popular. Por cierto, ¿dónde andará Carod Rovira? Le han hecho bueno todos los que le han sucedido en Esquerra Republicana. Y eso que el mayor logro que dejó para la humanidad, además de defender que se llama Josep-Lluís y no José Luis, fue presumir que su encuentro con ETA le «cambió la vida». Ejecutada, sin permiso, la licencia digresiva, es difícil encontrar a algún ingenuo al que haya sorprendido el último cambio de cromos para completar el Colegio de Comisarios. Son nuestras tradiciones y hay que conservarlas. En este caso, costumbres bruselenses que han adquirido ya la solera del Manneken Pis, aunque con algún año menos de vida que el niño desnudo orinando en la pila de la fuente.
Escudados en la incompetencia general en la gestión de la DANA, si Mazón no se va y Sánchez tampoco, ¿por qué Teresa Ribera va a truncar su prometedora carrera como vicepresidenta de la Comisión? Ha estado escondida medio año para no estropear tan ansiado nombramiento y a ella la riada tampoco se la ha llevado por delante. «Yo no miento nunca», proclamó el miércoles en el Senado. Su jefe de filas tampoco. Son simples cambios de opinión que el ciudadano comprende sin rechistar. Quien más y quien menos piensa una cosa y al ratito la contraria. Como si de un cambio de zapatos se tratara. «No pasarán», presumía Ribera recurriendo al clásico guerracivilista de la izquierda. Pues han sido los socialistas los que han abierto las puertas de par en par a la temida ultraderecha; los que han aceptado sin sonrojarse a los candidatos propuestos por la italiana Giorgia Meloni y el malvado Viktor Orban, primer ministro de Hungría. Pues sí, Teresa Ribera, han pasado y se van a colar hasta la cocina. Al final, ha sido el propio Pedro Sánchez el que ha derribado el supuesto muro que ya había levantado contra la ultraderecha y que le permitió seguir en Moncloa tras perder las elecciones del 23 de julio de 2023.
Nos ha quedado claro que ellos no mienten nunca y que el manual del buen político pasa por cuestionar cualquier denuncia que les deja con las vergüenzas al aire. Que se lo digan a Errejón. El fundador de Podemos y ex portavoz de Sumar sentenció en 2020: «No hay denuncias falsas, hay una derecha fanática cuyo trabajo es criminalizar a las mujeres». Cuando la actriz Elisa Mouliaá le ha señalado por delitos de violencia sexual ha contestado que la denuncia es falsa. Tómenlo como un leve cambio de opinión.
Ahora ha saltado al escenario Víctor de Aldama para señalar a todo quisqui en el PSOE. Los sobres llenos de billetes no sólo llegaban a José Luis Ábalos, según el cónsul honorario de Georgia. El perejil de todas las salsas, rescatador del Zamora CF, dispara contra todo y contra todos. «Para salvarse», justifican en Moncloa. Los sobres, siempre atendiendo a su versión, llegaron también a Santos Cerdán, fontanero de Ferraz especializado en Suiza y en delincuentes fugados. También acariciaron a algún ministro en activo. «Todo es falso», se defiende el secretario de Organización del PSOE. Y, si no se presentan las pruebas, puede que lo sea, pero está Cerdán como para creerle. Que se ande con ojo que las mantas zamoranas pueden esconder muchas corruptelas y Aldama ha comenzado a airear su particular manta. Conoce todos los detalles del episodio de Barajas con Delcy Rodríguez, del fraude de los hidrocarburos, del polémico rescate de Air Europa, negoció con el clan de los Pita el envío a Venezuela de los 1.285 kilos de oro desde Moscú y lideró la trama de las mascarillas. Y es pieza clave en el Caso Begoña. Muy tranquilos no han de estar, aunque el «yo no miento nunca» que reclame para él Víctor de Aldama sea igual que el de la ministra Ribera o el de su líder espiritual.