La periodista Nieves Concostrina presentó en la Biblioteca de Castilla-La Mancha su última novela, Acontece que no es poco, un libro que se nutre de sus aportaciones radiofónicas, el medio que ha disparado la popularidad de la madrileña.
La escritora aludió al «humor, la ironía y la mala leche» como ingredientes de su trabajo. La divulgación histórica parte del «respeto por los historiadores e investigadores», a quienes agradeció su esfuerzo por esclarecer el pasado. «Mi mérito es contarlo a mi manera, como me hubiera gustado que me lo contaran a mí», aseguró.
Las novelas que Concostrina escribe tienen como propósito el del mayor alcance posible. Sus ensayos deben ser útiles «para un catedrático de física cuántica o para mi madre, que era analfabeta», proclamó. Sobre la profesión periodística, de la que dijo sentirse parte, insistió en la importancia de denunciar la corrupción en aquellos ámbitos en los que se produzca.
«Lo que digo es porque tengo a alguien que me permite decirlo, que es Carles Francino. Y porque hay una cadena de radio, que es la Cadena SER, que me deja», recordó la habitual colaboradora de La Ventana.
El recorrido histórico que la escritora trazó ante una abarrotada sala de conferencia tuvo su punto de partida en la espada falsa del Cid, una pieza que el Museo del Ejército desechó y que la Junta de Castilla y León adquirió posteriormente. «Es como las que vendéis aquí», dijo a la concurrencia toledana sobre el acero que actualmente se expone en Burgos.
La formación del Estado de Israel ocupó buena parte de la ponencia de la también autora de Cualquier tiempo pasado fue anterior. La Declaración Balfour, la desaparición del Imperio Otomano y el mandato británico sobre Palestina precedieron a la fundación del país soberano en 1948. Concostrina vinculó la creación del nuevo hogar judío con «el cargo de conciencia» de aquellos que «miraron para otro lado» mientras se produjo el genocidio perpetrado por los nazis.
«La explicación de por qué los judíos querían Palestina es porque lo pone en su novela [alude al Antiguo Testamento]. Eso es en lo que se basan», relató. Además, la periodista cargó contra todas las religiones y lamentó las fricciones entre credos. «Son lo peor: se pasan la vida amando al prójimo, a su prójimo», incidió. Tampoco la ONU, una organización a la que tachó de no servir «para nada», escapó de las críticas de la ponente. Asimismo, reprochó a Estados Unidos la defensa sistemática de Tel Aviv. Sobre el conflicto abierto, señaló el papel que desempeñan el agua y el petróleo. A Israel le recriminó el hacer con los palestinos «exactamente lo mismo que los nazis hicieron con ellos».
La dinastía borbónica, material habitual de escrutinio en sus intervenciones radiofónicas, también formó parte de su exposición en Toledo. Concostrina afeó el mal trato que el pueblo español dispensó a José Bonaparte, un monarca que apostó por implantar los valores de la Ilustración durante su breve reinado en España. «Tenía dos carreras, pero los españoles Los españoles querían a Fernando VII del que decían que era un gilipollas, pero nuestro gilipollas».
Además, relató las andanzas de los palacios de Miramar, en San Sebastián, y la Magdalena, en Santander, amén de la isla gallega de Cortegada, tres espacios destinados al veraneo de los reyes en las primeras décadas del siglo XX. Sobre Marivent, residencia balear que empezó a disfrutar el entonces príncipe Juan Carlos en 1973, recordó la intención de su creador de dedicar este lugar al uso cultural para los ciudadanos. «El truco de los Borbones siempre es decir que el siguiente es el bueno, que el malo era el anterior», remachó.