La alcaldesa de Erustes, Sonia Morales, se despacha a gusto contra los individuos que forzaron la noche del lunes al martes la entrada del cementerio y arrancaron crucifijos. Los de mayor valor. Los autores hacen palanca y descuajan esos símbolos católicos que acompañan a los difuntos en los camposantos de la provincia. «No hay nada más ruin que robar en un cementerio. Quien roba crucifijos es gente sin escrúpulos», reflexiona.
El operario municipal observó el martes a primera hora de la mañana que la puerta del cementerio estaba forzada. Seguro que ató cabos enseguida por la imparable oleada de robos en camposantos. Efectivamente, el Ayuntamiento ha recontado 31 crucifijos de metal arrancados, más otros cinco dejados apilados en el suelo. Quizá por la urgencia de la consumación o quizá por su valía inferior.
La Guardia Civil de Malpica de Tajo visiona ahora las cámaras de vigilancia cercanas al cementerio de Erustes, una localidad que sobrevive con 220 empadronados. «Es un disgusto grande. Y para mis vecinos, más», afirma la alcaldesa por las decenas de familias afectadas por el robo.
La aflicción se extendió ayer a Carriches, a sólo cuatro kilómetros de distancia de Erustes. Un trabajador municipal del pueblo vecino observó también a primera hora de la mañana una anomalía en el cementerio; faltaban 12 crucifijos, desenclavados de las sepulturas durante la noche, tal y como confirma a este diario la primera teniente de alcalde, Marta Pérez.
La Guardia Civil revisa también las cámaras de videovigilancia de la zona. «Es algo más sentimental que material», apunta la representante municipal sobre el efecto entre los vecinos.
Los robos en los cementerios se han convertido casi en un género delincuencial por la frecuencia de sustracciones en los últimos años. En diciembre pasado, la Guardia Civil detuvo a tres individuos a los que les atribuía la autoría de un delito de robo con fuerza y más de 16 delitos continuados de hurtos de crucifijos de cobre o latón de las lápidas o sepulturas de los cementerios de Borox, Seseña y Pantoja.
Los ladrones se cebaron en mayo con los cementerios de Cebolla y Lucillos, donde sustrajeron más de un centenar de crucifijos metálicos entre ambos. Entre los consistorios perjudicados, figura también Lagartera, donde denunciaron días antes de la celebración del Corpus Christi el arrancamiento de crucifijos. Unos 15 desaparecieron el 27 de mayo de las sepulturas. «La gente está dolida», finaliza la alcaldesa de Erustes.