El enclave templario de hoy nos lleva hasta Malamoneda, castillo ubicado en la localidad de Hontanar. La torre fortaleza de Malamoneda cuenta además con una necrópolis árabe lo que nos avisa de la antigüedad de esta zona, que fue el germen de la actual localidad de Hontanar. La historia del paraje de Malamoneda se inicia mucho antes de la época templaria, ya que allí se han encontrado restos incluso del Paleolítico; de hecho, en este yacimiento de Malamoneda se han localizado además de un asentamiento de ese periodo, una necrópolis y sucesivos restos tanto hispanorromanos, como visigodos, musulmanes y medievales. Igualmente destacamos los diferentes restos de tecnología lítica, cuya piedra era sacada del río Cedena y del arroyo de Malamoneda. Este paraje se declaró Bien de Interés Cultural en 2007 con la categoría de Zona Arqueológica.
Malamoneda ya aparece en los documentos desde el siglo XIII, en época de Alfonso VII, cuando ya figura como un enclave templario al igual que otras localidades y fortalezas de Los Montes de Toledo, perteneciendo a la encomienda de Montalbán de la que este castillo formaba parte, así como algún otro de la comarca. Alguna crónica añade que los templarios también crearon en Malamoneda una granja que serviría para abastecer a los caballeros y a toda la encomienda de Montalbán. También en el siglo XVIII y como contestación al interrogatorio que envió el Cardenal Lorenzana a los pueblos de la diócesis toledana, se dice que «al norte se hallan los despojos de un convento que primero hubo de ser casa de templarios y que por su extinción lo ocuparon religiosos jerónimos, quienes no se con qué motivo lo desampararon», lo que confirma que aún en aquel siglo la tradición templaria era conocida y recordada en el entorno.
Como buen paraje templario, no faltan las leyendas sobre estos monjes guerreros en Malamoneda, como aquella en la que los caballeros del Temple, defensores de la torre de este lugar, se percataron que el aljibe del castillo se encontraba vacío, tras lo cual sacaron de la iglesia una imagen de la virgen a la que pasearon por las murallas del recinto, tras lo cual a los pocos minutos comenzó a descargar una tormenta con tal cantidad de agua que se llenaron los aljibes completamente, causando además grandes destrozos en el campamento musulmán que se encontraba asediando el castillo templario. Viendo aquellos que no eran capaces de vencer a los caballeros cristianos, idearon un traicionero plan a través del cual secuestraron a dos caballeros a los cuales ofrecieron una importante cantidad de oro si les abrían una de las puertas del castillo de Malamoneda, a lo cual el primero de ellos despreció el soborno por lo que le ejecutaron allí mismo, tras lo cual el segundo caballero aceptó la moneda de oro en prenda que le daban los árabes por su traición. Cuando anocheció, el templario traidor abrió la puerta por la que entraron los enemigos, los cuales buscaron a todos los caballeros que se encontraban dormidos e indefensos en sus estancias, pasándoles a cuchillo sin dejar uno vivo. Instantes después, el templario traidor fue a cobrar el resto de la recompensa, momento en el cual fue ejecutado como sus otros compañeros. Los cuerpos de los templarios fueron arrojados fuera de la torre de Malamoneda y los musulmanes abandonaron el paraje. Al llegar poco después los cristianos comprobaron cómo los cadáveres de los templarios habían derretido el granito, hundiéndose en la roca provocando la formación de unas extrañas cavidades similares a tumbas. Solamente un cadáver quedó en la superficie, el cual había sido previamente devorado por las alimañas y en cuya mano sujetaba una moneda… era como pueden adivinar, el templario traidor. Esta 'mala moneda', daría el nombre a este lugar y al arroyo al que se arrojó, es decir, Malamonedilla. Como parte final de la leyenda, aún se dice que algunas noches el alma del templario maldito se aparece por el lugar buscando la famosa moneda para pagar con ella al diablo y rescatar así su alma que lleva vagando en pena desde hace ochocientos años. Otras tradiciones del lugar hablan de que por allí pasó el mismísimo rey Wamba e incluso se cuenta que la virgen de Gracia se apareció en el hueco de un árbol. Se decía que en cierta cueva del contorno había una mesa sobre la cual había una escultura de un cerdo de oro macizo, dándole así más halo de misterio, magia y de leyenda a esta zona.
No olvidemos la riqueza natural y paisajística de Hontanar, ya que se encuentra en la zona de los Montes de Toledo donde podremos también visitar el interesante Parque Natural de Cabañeros, una excusa más para perderse por estas tierras toledanas para unir una vez más cultura, historia y naturaleza. Para acceder a Malamoneda se puede ir en coche por la carretera CM-4157, dirección Hontanar-Navas de Estena y en el cruce de Hontanar, a mano derecha por un camino rural señalizado, podremos llegar al yacimiento y a los restos de Malamoneda.