Los cántabros y la propaganda

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El arqueólogo Ángel Morillo, profesor de la Complutense, abrió el seminario organizado alrededor del bimilenario de Augusto

Ángel Morillo abrió el último de los tres seminarios de otoño organizados en 2014 por la Facultad de Humanidades. - Foto: David Pérez

‘Augusto y la Guerra de Hispania. Arqueología de la conquista del norte peninsular’ fue el título de la conferencia con la que el arqueólogo Ángel Morillo, profesor de la Universidad Complutense, abrió ayer en la Facultad de Humanidades el seminario de otoño dedicado a la conmemoración del bimilenario del emperador romano.

Morillo, especialista en arqueología militar, inició su disertación explicando a los alumnos la importancia de conocer la propaganda imperial -plasmada en la obra de historiadores como Lucio Anneo Floro- para encuadrar adecuadamente la etapa de las Guerras Cántabras, que acontecieron entre los años 29 y 19 antes de Cristo. Por otra parte, aconsejó a los estudiantes contextualizar adecuadamente la identidad de los protagonistas en este conflicto: «A menudo cometemos el error de considerar a estas tribus que se enfrentaron contra Roma como un conjunto de etnias que se alzaban, sistemáticamente, todos a toque de trompeta, contra el invasor. No fue así. No pretendamos entender un conflicto del siglo primero antes de Cristo como un conjunto de batallas del siglo XIX». De hecho, continuó, «¿hasta qué punto es posible conocer y delimitar la identidad de los pueblos que genéricamente consideramos astures a través de unas fuentes históricas exclusivamente romanas?».

Reflexiones como éstas, así como los problemas a los que se enfrentan los arqueólogos al interpretar los hechos que acontecieron en el entorno de Asturias, Cantabria y el norte de Castilla y León hace más de dos mil años, especialmente el del manejo adecuado de la toponimia, estuvieron presentes en la conferencia, primera del ciclo que continuará hasta mañana por la tarde en la Facultad de Humanidades. Morillo mostró diferentes imágenes de los vestigios de castra y campamentos romanos de esta etapa, explicó cómo se produjo su desarrollo y cuál era el armamento con el que contaban. Asimismo, contextualizó la importancia de las minas explotadas en esta zona de la Península -«Augusto no instauró la moneda de oro, el aurum, hasta el año 23»- y los esfuerzos realizados para controlar estos territorios.