Los cinco hombres y cuatro mujeres titulares del Tribunal del Jurado escucharon ayer a un José del Carmen sereno. Aparentamente. La actitud cambió con la descripción de la muerte de Teodora. Entonces, interrumpió el interrogatorio entre sollozos, se llevó la mano a la cara, e incluso se sonó la nariz. Esas casi dos horas de preguntas y respuestas entre la fiscal y el acusado incluyó un extraño detalle de la ropa interior del cadáver. Teodora tenía las bragas puestas del revés.
La respuesta de José del Carmen sobre el porqué fue lacónica: «No lo sé». El ministerio público abordaba entonces preguntas relacionadas con la supuesta agresión sexual, fruto de esas «migas de pan» metafóricas recogidas durante la investigación.
Por otro lado, el acusado dio una versión confusa sobre el porqué de circular por ese camino del término de Almonacid de Toledo, el cual conocía José del Carmen porque su hermano trabajaba por la zona. Además, el propio acusado había recogido aceitunas por el entorno.
El procesado justificó la elección del camino; iban a comprar comida a Almonacid de Toledo antes de ir a visitar a sus hijos a Madrid. Sin embargo, no habían avisado a sus dos vástagos del supuesto viaje.
La revisión del móvil de la fallecida ha revelado que había buscado durante la mañana el horario del autobús de Mascaraque a Toledo y del enlace Toledo-Madrid. El ministerio público cree que la mujer quería abandonar el domicilio de la calle de Dulcinea, comprado dos años atrás por la pareja.
José del Carmen, en cambio, subrayó que mantenía una relación de pareja con Teodora y quitó importancia al divorcio acordado entre ambos tiempo atrás. Una decisión de revocación del matrimonio firmado en Lima en 1995 que, incluso afirmó el procesado, desconocían sus hijos y el resto de los familiares.
con barro o seco. José del Carmen aseguró que hubo una discusión entre ambos originada por las ganas de Teodora de conducir, una afición iniciada meses atrás aunque no tuviera carné. «No le dejé el coche porque el camino estaba mal. Con barro», describió el procesado. Inmediatamente la fiscal repuso: «La Guardia Civil puso que el terreno estaba seco, sin barrizal».
El acusado incidió en que las ganas de Teodora de conducir sin carné habían motivado ya antes que el coche se quedara «plantado» en otras ocasiones por el estado de los caminos.
«Estoy arrepentido de todo esto. Pero pasó, pasó», confesó sobre la muerte de Teodora, con quien se había casado cuando ella tenía 15 años. Ocho meses antes del nacimiento de su primer hijo.