j. m. / ventas con peña aguilera
Los madrileños Manuel y María visitan con frecuencia los Montes de Toledo. Con unos prismáticos observan las aves que sobrevuelan estos preciosos parajes de la provincia. En sus viajes han comprobado la evolución de la rehabilitación del molino de viento de Las Ventas con Peña Aguilera y se acercaron el pasado fin de semana para participar en las visitas guiadas que organiza el Ayuntamiento para difundir este guiño al pasado del municipio.
Ambos escuchan atentos a Enrique Dacuña, un vecino del pueblo con estudios turísticos que ejerce de guía los fines de semana desde que a finales de marzo se abriera al público este ingenio que funcionó apenas cuatro décadas, hasta la incorporación de la molienda industrial. Enrique conducirá a los interesados el próximo día 4 de mayo y el domingo siguiente. «Hay tres plantas: la primera como cuadra; la segunda se usaba como almacén con el grano recién molido en la planta superior, y la tercera precisamente como moledero», arranca este joven que ha llegado a reunir a grupos de 15 visitantes en las sesiones que organiza cada hora.
El molino luce impecable y queda claro dónde comienza la parte restaurada. De la escalera, sólo se conservaban los tres primeros peldaños, por lo que el resto ha sido fruto de la restauración, efectuada en dos fases: una primera iniciada a finales de 2017 con un presupuesto de unos 32.000 euros para el exterior, caracterizada por la construcción en piedra, y la segunda finalizada recientemente con una aportación económica similar y centrada en el interior. Los fondos europeos proceden en parte del programa de desarrollo rural Proder.
La visita guiada se centra principalmente en la última planta, la de la molienda. La impresionante rueda catalina deja impresionados a los visitantes, que sólo pueden disfrutar en los Montes de Toledo de otros molinos de viento en Los Yébenes. «El rango para moler oscila entre los 14 y los 30 kilómetros por hora», apunta Enrique sobre la velocidad de la maquinaria realizada en madera de eucalipto, álamo negro o pino. Por entonces, los visitantes ya están intrigados por las numerosas ventanas repartidas en la estancia. Cada una designa a un tipo de viento (Toledano, Solano, Cierzo o Matacabra, por ejemplo) para que el molinero pudiera saber dónde orientar las aspas para la producción de la molienda.
El molino fue construido entre los años 1870 y 1872 como sugerencia de un médico que procedía de la localidad ciudadrealeña de Almodóvar del Campo, como alternativa a los molinos de agua que no se podían utilizar en Las Ventas con Peña Aguilera y estuvo en funcionamiento unas cuatro décadas hasta la incorporación de la fábrica de harinas, que aligeraba la pesadez de tener que subir con los cereales para efectuar la molienda hasta el ingenio, que domina la zona en un alto muy próximo al núcleo urbano.
El molinero Juan Bautista Sánchez, propietario de la empresa ‘La bóveda fecit S. L.’ se ha encargado de la reforma del molino a la vez que arreglaba los desperfectos de los de Consuegra. Su trabajo ha sido visto ya por decenas de vecinos de Las Ventas con Peña Aguilera y otros visitantes durante estos fines de semana y a ellos les seguirán otros en el mes de mayo que pueden completar una interesante ruta de cuatro kilómetros por el patrimonio natural de este pueblo.
Como Manuel y María. O como David y su pareja. Los cuatro recibieron un saco con la molienda del molino de viento ‘Lirio’, testimonio de los ingenios antediluvianos que ayudaron mejorar la vida de pueblos como Las Ventas con Peña Aguilera.