Hace tres años, la ciudad china de Wuhan y su mercado de animales de Huanan vivían en una especie de calma tensa en espera de una gran explosión vírica y mortal que el mundo por entonces desconocía. A finales de 2019 nadie imaginaba que aquel puñado de casos que había aparecido de una extraña enfermedad respiratoria registrada en una región del sur del gigante asiático se iba a convertir en pocos días en el mal más temido del ser humano: el SARS-CoV-2. Nadie esperaba tampoco que pocas semanas después, el planeta entero iba a detenerse y encerrarse en sí mismo para proteger aquello que más aprecia, la vida humana.
Han pasado tres años desde la localización oficial de aquel llamado paciente cero a mediados de diciembre, aunque son muchas las hipótesis científicas que apuntan a que el coronavirus ya campaba a sus anchas por Wuhan meses antes de ese hallazgo, sobre todo en noviembre.
Tres años más tarde de la mayor pandemia mundial en siglos, los Gobiernos y los servicios sanitarios de los países poco o nada saben aún sobre el supuesto origen de la Covid-19, una enfermedad no superada todavía y que sigue contagiando y matando a millones de personas, y eso a pesar de las medidas profilácticas aplicadas hasta el momento, como una vacunación masiva y un mayor conocimiento médico de la enfermedad.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) consideró el 11 de marzo de 2020 que la extensión de la epidemia era tal que era necesario tratar a la enfermedad como brote pandémico.
Un año después, una misión de la organización sanitaria se desplazó al supuesto epicentro del coronavirus para determinar el origen del primer brote. Su conclusión no fue tan evidente ni categórica como se esperaba y tan solo se apresuró a determinar que la génesis del virus era animal y que era «extremadamente improbable» la teoría de que el patógeno pudo salir de un laboratorio de Wuhan. «Todo el trabajo que se ha hecho sobre el virus y la identificación de sus orígenes sigue apuntando a un reservorio natural de animales, probablemente murciélagos», resumía entonces el jefe de la delegación internacional de científicos de la OMS, el danés Peter Ben Embarek. En consecuencia, la creencia más aceptada era que el virus había pasado a una especie intermedia, aún no identificada, y de ahí al ser humano.
Sea como fuere, lo cierto es que la Covid-19 ha infectado a 649 millones de personas en el mundo y ha matado a 6,6 millones desde el inicio de la pandemia, según el último recuento independiente de la Universidad Johns Hopkins (EEUU), que monitoriza la situación del coronavirus con los datos generales de todos los países del mundo.
Mercado del horror
Otro de los secretos sin conocer es determinar quién es el llamado paciente cero. Aunque la OMS localizó este primer caso en la figura de un oficinista de 41 años que supuestamente enfermó el 8 de diciembre de 2019, pero que no tenía conexión ninguna con el mercado de marisco y de animales de Wuhan, otros científicos e incluso una gran mayoría de medios locales situaron a otros pacientes como el primer enfermo.
Ese es el caso del investigador Michael Worobey, director de biología evolutiva de la Universidad de Arizona, que publicó recientemente una minuciosa cronología de todos los casos conocidos de SARS-CoV-2 en Science, en la que aseguraba que el primer supuesto, al menos el primero que pueda documentarse, fue el de un vendedor de pescado que se infectó el 11 de diciembre de 2019.
Worobey, además, se sirvió del apoyo de numerosos estudios para elaborar un mapa de los primeros casos, y llegó a la conclusión de que la gran mayoría de infecciones se produjo en torno al mercado. Según esta hipótesis es evidente que la transmisión comunitaria comenzó precisamente en la lonja de Huanan.
Igualmente, muchos de los primeros enfermos no solo están vinculados a esas instalaciones, sino que están específicamente relacionados a una sección concreta. Después de que las autoridades chinas revelaran que las primeras infecciones detectadas estaban relacionadas con este lugar, se supo que en la parte este del mismo, si uno se adentraba entre las callejuelas, podía encontrar hasta 42 tipos distintos de animales exóticos, tanto vivos como muertos. Entonces, se empezó a especular con que el coronavirus había pasado a los humanos a través de alguna especie salvaje que se vendía en esa zona.
Ya entonces, los medios locales se hicieron eco de que animales salvajes se vendían en esa parte más oculta del mercado para evitar las inspecciones y que algunos de esos animales eran comprados en granjas que existían en las montañas, a 40 kilómetros de Wuhan.
Precisamente, denunciaban que era allí donde radicaba el problema: animales criados en granjas que no pasaban los controles sanitarios.
Incluso, en aquello primeros días algunos medios se aventuraron a señalar al paciente cero de la Covid, una mujer de 57 años llamada Wei Guixian que regentaba un puesto de camarones y que empezó a mostrar síntomas el 10 de diciembre. Seis días después, ingresó en el hospital por una desconocida enfermedad. Desde ese momento, empezaron a llegar otros pacientes, con los mismos síntomas, todos relacionados con el mercado.
Desarrollo exponencial
Llegados a ese punto. El resultado fue una situación de non stop, incluso hasta el momento actual.
El primer caso de coronavirus que tuvo lugar fuera de China fue en Japón el día 3 de enero de 2020 mientras que, en España, el primer infectado se detectó el 12 de enero de 2020, fecha en la que el virus llegó para quedarse.
La OMS anunció que la situación era pandémica el 11 de marzo de 2020 y España decretó el primer Estado de Alarma tres días después, lo que suponía el confinamiento de los ciudadanos. Lo demás es de sobra conocido.