La fiscal Marta Vargas encaraba ayer su primer juicio con jurado. La debutante cercó durante casi dos horas a José del Carmen Reyna, acusado del asesinato y la violación de Teodora Ichaccaya en un camino de Almonacid de Toledo. El procesado reconoció en la Audiencia Provincial que mató a la madre de sus tres hijos, pero trató de regatear la agravante de alevosía y la agresión sexual, claves para la petición de prisión permanente revisable del ministerio público.
El hombre, de 52 años y amenazado por el mayor castigo del Código Penal, dibujó a su esposa como una mujer agresiva que dictaba órdenes a su antojo. «Decía 'aquí mando yo'. Tenía una voz muy fuerte. Tenía un temperamento muy fuerte», atribuyó José del Carmen a la víctima.
Ese temperamento desencadenó el estrangulamiento el 4 de abril de 2022, según la versión del acusado. Teodora, sin carné, quería conducir el vehículo por un camino, pero el procesado se negó. Los dos se apearon del vehículo en mitad de una discusión; la mujer profería insultos y se acercó amenazante, por lo que José del Carmen la agarró con una mano del cuello. «Cuando me di cuenta, ella cae desmayada. Me entró un miedo, no sabía qué hacer», relató entre sollozos. Comprobó la ausencia de pulso y respiración y optó por fingir un atropello. Condujó erráticamente con el cuerpo en el asiento del copiloto, lo tiró al suelo y pasó el turismo por encima del cadáver.
Anorak rojo, pantalón vaquero y zapatillas deportivas. Los nueve integrantes titulares del Tribunal del Jurado, presidido por la magistrada Beatriz López, tuvieron delante durante más de dos horas a este hombre nacido en Perú y naturalizado español por residencia. Sin antecedentes penales, José del Carmen vivía desde 2020 en la calle de Dulcinea de Mascaraque junto con Teodora y uno de sus tres hijos. Más otros familiares.
Vivían juntos, pero la relación sentimental entre ambos estaba rota. Al menos la Fiscalía defiende esta coyuntura como caldo de cultivo de la muerte de Teodora. La pareja se divorció tiempo atrás, pero el acusado insistió ayer en que hacían vida marital. Tanto, que mantenían relaciones sexuales diariamente. Así justificaba la presencia de semen suyo en la vagina del cadáver.
El ministerio público expuso que la relación de pareja era nula a mediados de 2021. Por entonces, Teodora tuvo un idilio con un compañero de trabajo de una estación de servicio de la Autovía de los Viñedos. «Ahora me estoy enterando», sostuvo el reo.
Pero la Fiscalía cree que los celos influyeron en los hechos. Cree que la pareja del amante descubrió el romance y se lo dijo a José del Carmen semanas antes de la muerte. De hecho, figura una llamada desde el móvil del acusado al compañero de trabajo de Teodora el día del crimen. «Me equivocaría», justificó ayer.
Unas llamadas sin respuesta al móvil de su esposa antecedieron a ese intento de comunicación al, por entonces, ya examante. La Fiscalía sostiene que José del Carmen condujo hasta el camino rural 'La Barca' y atacó de forma sorpresiva a Teodora. La mató durante una violación; después, fingió el atropello accidental. Y avisó a los servicios de emergencias.
Precisamente, los guardias civiles forman parte del pelotón de testigos que protagonizarán hoy, desde las 9:30 de la mañana, la segunda sesión del juicio en la Audiencia Provincial.