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En los últimos años, en Navarra se están haciendo homenajes en torno a la memoria histórica, en recuerdo de personas como los 467 toledanos que construyeron la carretera entre Lesaka y Oiartzun, pueblo guipuzcoano en el que también se acuerda de aquellos «esclavos de franco». El último de ellos fue en el mes de junio. Así lo destacaba ayer Ángel Organero, autor del libro Batallón de pico y pala: cautivos toledanos en Navarra (Lesaka 1939-1942), que presentaba en la cafetería Internacional de Toledo. Afortunadamente, agregó, durante los últimos tiempos también se están haciendo estudios al respecto de hechos como estos, y se está rellenando así un vacío histórico.
Batallón de pico y pala es un estudio que narra la experiencia de 467 toledanos enviados durante la postguerra por el gobierno franquista a trabajos forzados a Navarra. Tras la Guerra Civil, explica el autor, el régimen creó unos trabajos forzosos denominados «batallones disciplinados». Clasificó a los mozos de los reemplazos del servicio militar de 1936 a 1941 según su nivel de adhesión al franquismo. Ellos tenían que presentar en cada ayuntamiento sus antecedentes y avales. Y si eran considerados contrarios al régimen, «desafectos», tenían que realizar un nuevo servicio de dos años, que en este caso eran trabajos forzados. Dos años de penurias en los que las condiciones eran bastante duras. «Se trataba de abrir carreteras con trabajo de sol a sol, a modo de esclavitud, sin ningún tipo de horario, vigilados cruelmente por los mandos, con alimentación escasa y muchas veces en mal estado y alojamiento precario; en condiciones de esclavitud plena», explica Organero.
El historiador recuerda que durante la postguerra, el régimen franquista construyó en Navarra, cerca de Francia, bastantes carreteras, trincheras y búnqueres con mano de obra forzada para proteger la frontera. La idea era evitar que huyeran prisioneros, o entraran guerrilleros desde el país vecino. Incluso, temía una guerra con Francia en un futuro. De ahí que se creara esta carretera, la más importante del entorno, entre muchas otras.
Lo que a Organero le llamó la atención fue el elevado número de toledanos, 467, que estuvieron elaborando la carretera entre Lesaka en Navarra y Oiartzun en Guipúzcoa. La historia llegó a sus manos como trabajo fin de máster. Como toledano, le sorprendió que tantos jóvenes de la provincia trabajaran en aquella carretera en comparación con los de otras partes de España. La segunda provincia más representada era Badajoz, con más de cien personas.
A partir de ahí, el estudioso acudió a varios archivos municipales de la provincia, el Archivo General de Guadalajara, que conserva expedientes personales de los prisioneros de los batallones, y fuentes orales. Pudo hablar con varios familiares de prisioneros, aunque no pudo localizar a ninguno con vida, ya que deberían tener cerca de cien años, y sólo quedan supervivientes de otras provincias.
Organero es graduado en Historia por la Facultad de Letras de Ciudad Real y ha realizado en ese mismo centro el Máster en Investigación en Letras y Humanidades. Actualmente prepara una tesis doctoral sobre la toledana prisión de Ocaña desde su fundación, en tiempos de la Restauración, hasta el franquismo, bajo la dirección de Pedro Oliver Olmo. Pertenece al Grupo de Estudios sobre la Historia de la Prisión y las Instituciones Punitivas (Gehpip).