Alfonso Guerra en The Times y Juan Luis Cebrián en El Mercurio -el periódico más influyente de Chile- coinciden en señalar que Pedro Sánchez ha desviado el camino del PSOE, que ha dejado de ser el partido socialdemócrata y moderno que conocimos con Felipe González. En el decir de Cebrián, Sánchez ha implementado una política clientelar muy similar al peronismo argentino. Guerra llega a parecidas conclusiones. Dice que Sánchez es cada vez más autócrata y añade que está cavando su propia tumba. Y que apartarse de la vida pública durante cinco días fue una decisión que tomó tras conocer que su mujer, Begoña Gómez había sido denunciada en un juzgado por un presunto tráfico de influencias. Fue un cálculo político y opina que las acciones de los últimos días -la teatral retirada, el falso amago de dimisión y el discurso contra los jueces y los medios- según Guerra no son acciones compatibles con una democracia parlamentaria. Va más allá al señalar la deriva, peligrosa, en la que según él, está instalado Sánchez. Cree que está "dividiendo a las dos Españas". Este estilo presidencial le recuerda: las tensiones de la década de 1930 cuando un líder decía "yo decido y el pueblo escucha y aplaude".
En relación con las amenazas a los medios y a las togas y el anuncio de medidas sin concretar para hacer frente a los bulos, Cebrián -fundador y director durante años de El País- opina que "las leyes ordinarias, penales y civiles son suficientes para regularlas". También señala que a los gobiernos no les corresponde hacer nada para proteger la verdad porque no son creíbles. "Muchas de las "fake news" -concluye- son generadas por los gobiernos, precisamente, para manipular". Guerra llega a parecidas conclusiones. "La prensa es un elemento central de la democracia. Existe un Código Penal para abordar la difamación. No hay necesidad de más". Se puede decir más alto, pero no más claro. Me pregunto cuánto tardarán los medios afines al sanchismo en incluir a Alfonso Guerra y a Juan Luis Cebrián en la "fachosfera".