La lucha entre PP y PSOE es a muerte, lógico cuando se inicia una campaña en la que los sondeos recogen un avance último socialista que no esperaban ni los propios de Ferraz. También es a muerte la pugna entre el PP y Vox, cuando este último partido vende caros sus posibles apoyos y pide lo que Feijóo no está dispuesto a dar cuando los resultados no se corresponden con las exigencias. Pero también hay marejada, dentro de Sumar, Y dentro de Vox, y descontento en el independentismo catalán por la división interna que está afectando al respaldo social al secesionismo, que ya no es mayoritario.
Se inicia oficialmente la campaña electoral en un escenario de todos contra todos. Aunque parece que hay un seguro ganador, el PP de Alberto Núñez Feijóo, nadie se atreve a aventurar que el resultado confirmará al presidente popular como futuro jefe del Gobierno.
Tanto Pedro Sánchez como Feijóo, Ferraz como Génova, consideran que el debate del próximo lunes en Atresmedia, el único cara a cara entre los dos posibles inquilinos de la Moncloa, va a ser determinante.
Sánchez se ha encerrado en Moncloa desde la tarde del pasado jueves para prepararlo a fondo. Lo hace con los responsables de su gabinete, Óscar López y Antonio Hernando, con el secretario de Estado de Comunicación, Francesc Vallés, más varias personas de su absoluta confianza, entre ellas los tan mencionados estos días Miguel Barroso y José Miguel Contreras. Pero han trascendido ya diferencias internas en el equipo. No es oro todo lo que reluce en el Gabinete y, como suele ser habitual cuando las cosas no van tan bien como se esperaba, ha empezado el cruce de reproches que enturbian, incluso, las relaciones personales.
El presidente del PP no ha cancelado sus actos de campaña, excepto el lunes, aunque ha dedicado todo el tiempo disponible entre mítines y entrevistas a la preparación del debate, aprovechando los viajes en coche y AVE. Cuenta con un equipo que le gestiona toda clase de papeles, como ocurre en Moncloa, con una persona fundamental para coordinar el entrenamiento del cara a cara, Marta Varela. Lleva 15 años trabajando con Feijóo en su círculo más cercano, junto a su jefa de Comunicación Mar Sánchez, y desde hace tres años es su jefa de Gabinete.
Podemos, a la espera
Vox y Sumar pelean por la tercera posición el 23-J, pero es unánime entre los profesionales de las empresas demoscópicas (probablemente no coincide con ellos José Félix Tezanos, que es un verso suelto y cada vez más desacreditado) que más que saber qué partido se hace con la tercera posición, lo determinante para el futuro Gobierno es conocer la distancia que separa al primer partido del segundo.
Si la brecha entre PP y PSOE es superior a los 40 escaños, más allá de los porcentajes de votos, es difícil que el segundo colocado pueda gobernar. Esa es la razón de que tanto en Moncloa como en Génova, donde reciben sus propios tracking -sondeos diarios- además de los que publican varios medios estén más pendientes de esa distancia entre los dos partidos mayoritarios que de los que puedan tener Sumar y Vox, sus posibles socios.
En Unidas Podemos, los problemas son serios. El efecto Yolanda se difumina, su sobrexposición ha demostrado que más allá de su gancho personal, se adivina una falta importante de discurso político. Compromís ha corregido algunas de las propuestas presentadas por la líder del conglomerado, Errejón marca cada vez más distancias y, en la sombra, permanecen agazapados Pablo Iglesias e Irene Montero, a la espera del resultado del día 23. No perdonan los vetos, no perdonan las formas, los desprecios a la pareja que acogió afectiva y políticamente a Díaz y, si no se cumplen las expectativas marcadas por Sumar: superar los 35 escaños que obtuvo Podemos en las últimas elecciones generales, van a lanzarse a la arena para reivindicar a su partido.
Aparte de los vetos, sobre todo a Montero, les ha irritado especialmente que Díaz no haya contado con la líder morada, Ione Belarra, a la que ha salvado de la quema, para consultarle o al menos comunicarle algunas de sus propuestas, como la tan descabellada de una paga de 20.000 euros a los jóvenes de forma generalizada para ayudarles en el futuro. Un sinsentido no solo porque el coste es inasumible, sino también porque no hace distinciones entre quienes deben recibir ese subsidio.
El último agravio de la vicepresidenta a Unidas Podemos ha sido elegir a la activista transexual Elisabeth Duval como responsable de Igualdad de Sumar, toda una afrenta para Montero.
No es mejor la situación en Vox. Cada vez es más evidente que hay dos sensibilidades, una más serena que representarían Santiago Abascal E Iván Espinosa de los Monteros entre otros, de extrema derecha pero alejada de posiciones ultramontanas, y la que se identifica con Kiko Méndez Monasterio y Jorge Buxadé, que representan precisamente esta última posición y se han hecho fuertes en el partido, hasta el punto de desautorizar a los dirigentes regionales que negociaban con el PP para formar Gobierno.
El pasado jueves echó a andar el Ejecutivo del PP en Baleares con la abstención de Vox; es lo que pide Feijóo en Aragón y Murcia, donde con su renuncia pueden gobernar los populares, que ofrecen a los de Abascal cargos en el Gobierno pero no consejerías. Vox no transige, quiere más, vicepresidencias y consejerías, y el PP reitera su negativa.
Debate bajo la lupa
El lunes, antes del cara a cara entre Sánchez y Feijóo, se celebrará la segunda votación en Murcia para elegir presidente a Fernando López Miras. El PP se mantiene firme en no entregar consejerías, y Vox no cede en exigirlas. Feijóo además sabe que, si claudica ese día, recibirá el machaque permanente de Sánchez, que ha tenido como principal punta de lanza de su campaña contra el PP la insistencia en que es un partido al que no le duelen prendas en compartir el poder con la derecha más reaccionaria.
Feijóo además ha dedicado los últimos meses a iniciar contactos con partidos regionalistas tratando, precisamente, de ampliar el campo de posibles socios que podría necesidad para formar Gobierno en caso de ganar las elecciones.
A través de las relaciones que mantenía con presidentes de Gabinetes regionales, a los que conocía bien por los años en los que fue presidente gallego y asistía a distintas conferencias y reuniones, ha podido por ejemplo acordar con Miguel Ángel Revilla un acuerdo en Cantabria, así como un Gobierno de coalición con Coalición Canaria en las islas o un pacto con varias formaciones en Aragón que permitirían gobernar a Azcón si Vox se abstiene.
Feijóo, con el apoyo de su partido, está decidido a ir a segundas elecciones en Murcia y Aragón antes que abrir el Gobierno a los de Abascal. Un riesgo, nadie garantiza que en unas nuevas elecciones el PP tendrá mejor resultado que el pasado 28 de mayo, pero tampoco a Vox que mejorará resultados, o repetirá el de esa fecha, si vota a favor del PSOE para vetar al PP.
Todo este juego político condicionará el debate del lunes, el acto más importante de la campaña electoral. Lo condicionará, pero no será determinante. En una campaña como la que se acaba de iniciar, cualquier error, o cualquier cataclismo externo, rompe expectativas y reabre esperanzas que se daban por perdidas.