Enrique Sánchez Lubián

En el Camino

Enrique Sánchez Lubián


Los destellos y la luz

25/05/2023

Las campañas son parte esencial de esa liturgia que las elecciones, como toda ceremonia, conllevan. Estamos a punto de concluir la del 28-M y aunque no han faltado voces denostándola mediante chanzas, escepticismo o expresiones de hastío, como los manidos 'a ver si termina pronto' o 'todos prometen mucho y luego no hacen nada', los ciudadanos no debemos mostrarnos ajenos a cuanto está aconteciendo en ella. Y no tenemos que hacerlo, porque en este tránsito es tentador dejarnos arrebatar por simplificaciones y usos gruesos del lenguaje (como la utilización 'antisanchista' del dolor causado por el terrorismo etarra) cuyos excesos son fáciles de contagiar, extendiendo entre el electorado una interesada confusión sobre la verdad, lo realizado y lo propuesto, algo que en el ámbito local es imprescindible tener claro a la hora de votar.
Uno de los ámbitos donde esas expresiones alcanzan notable presencia son las redes sociales, las cuales tienen cada vez más protagonismo en las campañas, pues cuarenta millones de españoles (casi el 86% de la población) somos usuarios de ellas. En su empeño por viralizar mensajes y conseguir mayores impactos que los adversarios, hay quienes priman el espectáculo por encima del contenido real de sus propuestas, convirtiendo el enjambre digital en un ring donde no siempre se juega limpio, queriendo imponer la inmediatez de lo emocional al sosiego de la razón, no dudando en banalizar con un meme, un vídeo, una imagen o un audio el debate sereno sobre asuntos públicos que afectan al hoy y a nuestro mañana.
Los tiempos electorales también nos ayudan a conocer sesgos personales de quienes encabezan o forman parte de las candidaturas concurrentes en nuestros municipios y comunidades. Llaman la atención, entre estos, quienes cultivan un exacerbado egocentrismo, creyéndose únicos salvadores del bien común con sus soluciones rápidas y sencillas, haciendo gala, además, de un adanismo autocomplaciente y condescendiente que les hace mostrarse épicos, cual si antes de ellos solo hubiese existido la nada.
Aún quedan unas horas para madurar nuestro voto, discerniendo el grano de la paja y no olvidando que mientras los destellos deslumbran un instante antes de decaer, la luz sostenida y firme perdura en el tiempo. Así pues, ¡votemos!, porque quedándonos en casa no solucionamos nada.