Ángel Montoro ejerce la abogacía desde hace 30 años. Su labor profesional tiene como protagonista la escritura. Redactor habitual de denuncias, demandas o pliegos de descargo, la actividad cotidiana alimenta su imaginación. «Eso da mucha leña para poder hacer luego una buena pira», detalla.
La información que nutre la obra de Montoro suele proceder del ámbito jurídico en el que se desenvuelve. «Casi todos los relatos que hago tienen que ver con el mundo de la prisión o con las relaciones de pareja que se enquistan», relata.
El flechazo con el lenguaje jurídico se extendió al campo literario. Los reconocimientos no tardaron en llegar. Montoro se siente cómodo en el microrrelato, un género breve en el que lector, sin más volumen por consumir que un centenar largo de palabras, «tiene que imaginar lo que digo», una circunstancia que lo convierte en «cómplice» del autor.
El terror ha sido otro género visitado por Montoro, también la novela. Nitrato de Chile, una ficción sobre un hombre de mediana edad y los campos de Castilla como escenario, ha llegado a su quinta edición. El letrado también se ha adentrado en la novela histórica: el primer certamen organizado por Puy du Fou lo ha reconocido con el quinto premio por El amarillo del mar.
El tío Camuñas, un personaje inequívocamente toledano, protagoniza el relato galardonado. El guerrillero, símbolo de la lucha popular contra la ocupación napoleónica, dialoga con el general francés D'Armagnac la noche antes de que el militar galo lo ajusticie. El relato alude al cura Merino y se detiene en las razones que llevaron a tantos a pelear por una causa que, tras la victoria bélica, resultó traicionada por Fernando VII.
«En la novela histórica no cabe toda la imaginación que se tiene en la cabeza», subraya Montoro. La fidelidad a los hechos y sus circunstancias «ata» al escritor que se plantea la reconstrucción de determinados pasajes. El aderezo, esas pizcas de imaginación, no debe basarse «en lo que quieras», afirma el autor. El acopio documental, la investigación sobre el contexto, evita relatos distorsionados. El toledano desconfía de aquellos que «no tienen pudor por contar trolas».
La novela histórica ralentiza la escritura de Montoro. «Esos diez folios», dice sobre el tamaño del texto que lo amerita como uno de los mejores en el premio de Puy du Fou, «me cuestan más que hacer 50 folios en un relato inventado sobre la actualidad».
Montoro insiste en que su relato sobre el legendario guerrillero no se ha proclamado ganador del evento, un mérito que recayó en Dios debe ser español, escrito por Óscar Vázquez. Sin embargo, su revisión de uno de los capítulos más renombrados de la Guerra de la Independencia le ha reportado 1.000 euros, la publicación del texto y una mejor valoración que las casi 1.200 obras presentadas.