José Narosky, el aforista argentino que ha parido miles de sentencias, reservó al menos una al vínculo entre el humanismo y la medicina. 'El médico que no entiende de almas no entenderá cuerpos'. La frase circula por la red y encaja perfectamente con el ejercicio de Asunción durante 40 años. Acaba de despedirse de sus pacientes de Tembleque, el municipio manchego donde aterrizó en 1987. Y no se movió. «Mucha parte del trabajo es conocer al paciente y acompañarlo en sus enfermedades», explica a este diario sobre el desempeño en los pueblos.
«Hasta siempre, Tembleque». Esta frase encabeza la carta contenida de Asunción que ha difundido 'Todo Tembleque', la publicación virtual que atrapa los aconteceres del municipio de 2.000 habitantes. La jubilación de doña Asunción Castro (el tratamiento de respeto al médico se conserva en los pueblos) ha corrido como la pólvora, pero la doctora quería enfatizar que sigue al lado de sus vecinos. Como en la pandemia. Prorrogó dos años su estadía sin saber que acechaba la Covid-19 y encaró unos meses desoladores, junto con el resto del equipo médico del centro de salud. Aun retirada, hubiera atendido a sus vecinos en ese 2020 tremebundo. Ella sabe.
Este diario ha publicado en los últimos meses más misivas de médicos que se han retirado del ejercicio en los pueblos donde han cristalizado sus carreras. Una figura, el médico de familia, que renquea en la jerarquía de la medicina. La Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria evidenció en mayo su máxima inquietud por las 200 plazas MIR de esta especialidad que quedaron desiertas este año en España, ninguna en Castilla-La Mancha. El grueso de las 217 sin destinatario. «Ante la situación de grave crisis en la que se encuentra la Atención Primaria en nuestro país, estas renuncias no harán sino agravar aún más la situación de este nivel asistencial», prevé el colectivo. Un médico de familia cobra unos 1.000 euros menos de base que un especialista de hospital; el sueldo se rellena con guardias.
«No solo es la atención clínica y científica, sino también la socioemotiva. Que el paciente se sienta atendido», resalta Asunción, que ejerció cuatro años en Quismondo y recaló después en Tembleque, un municipio desconocido para ella en aquellos años 80. Un médico se aposentaba en un destino con el taco de recetas. Y ya. El fonendoscopio y el resto de aparatos corría por cuenta del especialista, que se afincaba en el pueblo por obligación. Así fue encauzando las dudas de su etapa de estudiante sobre qué especialidad o qué destino le depararía la vida. Más tarde, decidió consolidarse como médico de Tembleque. «Por estabilidad», sentencia.
Asunción ha firmado una carta de despedida aséptica, sin concesiones a la emoción. Pero las miradas de sus pacientes de la residencia de mayores en la despedida retratan la dedicación de Asunción durante estos 35 años. «Aquí me he sentido valorada y querida, he criado a mis hijos, he hecho amistades y he procurado ayudaros y cuidaros como he sabido y podido. Últimamente, con el dichoso virus y la pandemia, han cambiado muchas cosas en la atención médica, pero hemos procurado mantener lo esencial; no se ha cerrado nunca la puerta del centro aunque hayamos tenido que tomar precauciones que, por suerte, habéis entendido bastante bien», subrayaba.
Los compañeros de Asunción en el centro de salud de Tembleque prepararon el 31 de mayo una sorpresa en la residencia 'San Bartolomé'. Vestida aún con la bata blanca, saludó por última vez como especialista a sus pacientes. «Quiero animar a que la figura del médico de familia siga porque es importante para las personas», incide durante la entrevista.
A unos 30 kilómetros de Tembleque, en Yepes, el doctor Ignacio Morán representa también la figura del respetado médico de familia. Con más de 30 años de ejercicio en la localidad, piensa ya en una próxima jubilación. «Estamos en vías de extinción porque la Atención Primaria está en vías de extinción», afirma preocupado. Cada vez más vacantes. Cada vez más zonas descubiertas.
El doctor Morán, que encabezó el estudio sobre un tratamiento eficaz contra la Covid-19 publicado en enero de 2021 en una revista especializada estadounidense, abrevia las tres décadas en Yepes con una frase: «He estado cómodo». Don Ignacio, así le llaman en este municipio de unos 5.500 habitantes. «Cuando la gente te conoce, la mitad del trabajo ya está hecho. Tú conoces al paciente, y él a ti», afirma. Así resulta más fácil que obedezcan las prescripciones.
La Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria diagnostica las causas de ese inquietante lastre de vacantes. El menosprecio del «valor social» de estos especialistas, la precarización o la ausencia de innovación organizativa por parte de las administrativas figuran entre las causas. Y menciona también las numerosas administraciones que publican ofertas de plazas laborales de Medicina Familiar y Comunitaria dirigidas a graduados en medicina sin especialidad vía MIR.
En Tembleque, mientras, echan ya de menos a doña Asunción Castro. Tanto, que le entregaron una placa. «No hay mejor recompensa que la que nos da el trabajo bien hecho. Por todos los años de dedicación al pueblo de Tembleque. Con cariño, tus pacientes. Año 2022». Y ahí, sí, Asunción se emocionó.